Altruismo inspirado por la maternidad

Maritza Hernández se unió hace seis años a Cruz Roja, buena parte de su labor la ha hecho junto a su hija menor.

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Maritza Hernández, voluntaria de Cruz Roja, cuenta cómo enfrentó los primeros años de su hija con mucho esfuerzo.

/ Foto Por elsalv

Por Xenia González Oliva

2016-05-09 7:00:00

El bienestar de las madres y niños de las comunidades más desprotegidas del Bajo Lempa es la base de la pasión que Maritza Hernández ha descubierto desde que se unió como voluntaria de Cruz Roja Salvadoreña.

Seis años atrás, Maritza pudo cumplir el deseo de trabajar por su comunidad cuando de Cruz Roja llegaron a invitar a habitantes del Bajo Lempa a unirse como voluntarios. 

“Mi mamá ya había trabajado con Médicos sin Fronteras en el área de salud y a mí me gustaba lo que ella hacía”, cuenta.

Maritza se unió a un comité de salud que trabajaba con temas de saneamiento básico dando charlas a las familias de la comunidad para prevenir enfermedades.

En un inicio era ella quien recibía las capacitaciones y tenía que llevar  a su hija, Zoraida, la menor de tres hijos, quien apenas tenía un año.

Mientras era capacitada, la niña descansaba en un pequeño colchón que ella colocaba en el salón de clases. Cuando fue su turno de  dar las capacitaciones, Zoraida también la acompañaba.

Los talleres no eran en el mismo lugar, por lo que ella y su hija se desplazaban entre las comunidades Octavio Ortiz, El Ángel y Ciudad Romero, todas en el Bajo Lempa. 

“La seguía llevando a las capacitaciones y ahí se ha ido creciendo. Ella se pone a jugar, dice que trabaja en Cruz Roja, anda con lapiceros como si va a capacitar, me agrada que piense así”, dice  la madre.

Esta voluntaria trabaja con Cruz Roja en un proyecto para la resiliencia de las comunidades del Bajo Lempa, que continuamente han sido golpeadas por inundaciones y por una epidemia de enfermedad renal.

Maritza reconoce que ser madre ha hecho que se apasione aún más por su labor.

En la zona hay muchas madres solteras que no han recibido educación sobe salud sexual reproductiva o cómo prevenir las enfermedades en los niños.

“No se le puede ayudar económicamente, pero en el aprendizaje, en el facilitar conocimientos, van aprendiendo cómo hacer que respeten sus derechos”, comentó.

Recuerda que cuando aún era voluntaria hubo una inundación en la zona y tuvo que mantenerse durante tres días en un albergue.

“Sabía que mi hija estaba en otro albergue ahí cerca con mi mamá. Y se siente, son los hijos y uno siente dejarlos; pero a la vez se siente bien estar ayudando a otros niños, a otras madres de las otras comunidades”, explicó.

Ayudar a su comunidad le produce satisfacción, pero también pensar que sus hijos han heredado la pasión de ayudar a los demás.