Nuevamente y por segundo año consecutivo escuchamos la mala noticia sobre la baja producción en la cosecha de café, que llevará al sector y al país este año agrícola, a dejar de percibir alrededor de US$15 millones por la disminución en la exportación del aromático. La misma noticia escuchamos para la cosecha de café 2014-2015, que de 1.2 millones de quintales, quedó reducida a 800 mil quintales, pese a que el Pacto Nacional por el Café fue relanzado para la reactivación.
A pesar de la drástica caída en la producción de café en los últimos años, este es un rubro que aún ocupa un lugar importante en las exportaciones de El Salvador, por lo que la reducción en las ventas al exterior no solo afectan a los productores, sino que también a la economía nacional.
El sector cafetalero sufre la falta de una política adecuada, que le permita reactivar la producción. Demanda una visión de país y no el lanzamiento de eventos mediáticos a resultas de pactos políticos partidarios. Solicita una institucionalidad fuerte y voluntad para recuperar el grano de oro. Compromisos para que el café vuelva a ser motor de la economía y generador de empleos y como consecuencia, salvar el bosque cafetalero, ser garante de mejores regímenes de lluvia, mantos acuíferos y crecimiento económico.
Pero existe mucha desconfianza en productores y beneficiadores quienes perciben el esfuerzo del gobierno más como una maniobra de carácter político-partidaria y no como un apoyo decidido para echar a andar políticas de nación realistas para el sector. Después de más de dos años que el Gobierno adquirió el compromiso del “pacto nacional del café”, sus acuerdos nunca pasaron al ámbito de la realidad.
Las principales críticas sobre el abordaje de la problemática de la caficultura se centran en la deuda de largo plazo del sector cafetalero con el sistema financiero, por la falta de una política realista por parte del Estado que resuelva la baja producción. Esto debido a una combinación de sucesos: clima, plaga y por otra parte, desde que el Gobierno dejó en abandono la institucionalidad de PROCAFE, los caficultores, especialmente los pequeños, carecen de la investigación que les ayude a prevenir y combatir enfermedades del parque cafetalero.
Aun así, a veces se vislumbran luces alentadoras de consensos de parte de productores y técnicos que verdaderamente saben de caficultura, los cuales desde hace un buen tiempo señalan y proponen medidas para obtener mejores logros del café; medidas confiables, realizables, técnicas y concretas, que permitirán recuperar la caficultura salvadoreña. Medidas enfocadas a resolver los problemas de organización, la renovación del parque cafetalero, el control de la roya, definir soluciones a la deuda y el financiamiento, y además impulsar acciones de mercadeo y comercialización.
No podemos esperar otro año de malas noticias, debemos trabajar desde ya en construir una institución privada de servicio público, autónoma, con patrimonio propio, que tenga como objeto fortalecer la economía nacional a través de la producción y exportación de café. Con diferentes atribuciones, como representar al sector, desarrollar y ejecutar políticas cafetaleras a nivel nacional e internacional, promover el café salvadoreño, creación de una caja de fondos mutuales para el sector cafetalero, crear un plan de reconversión del parque cafetalero nacional y potenciar siembras en áreas nuevas, renovación y repoblación, sustitución de variedades resistente a plagas y enfermedades, entre otros.
El abandono del parque cafetalero se expresa en que un brote de roya en cualquier cafetal es sinónimo de pérdidas económicas. Nuestros vecinos de Centroamérica, a diferencia de nosotros, implementaron de forma oportuna planes de emergencia para contener la crisis.
*Colaborador de El Diario de Hoy
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