“El mejor regalo para mi sería que mi hijo se cure”

A muchas madres les tocará “celebrar” su día en un hospital, aferradas a su fe por ver a sus hijos con salud.

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La acción es promovida por unos padres de familia que perdieron a una de sus hijas tras padecer cáncer. Ellos realizan acciones similares constantemente.

/ Foto Por elsalv

Por Susana Joma

2016-05-09 5:00:00

La lucha de Carmen Elizabeth González, una madre sonsonateca de 29 años, va más allá de educar a su hijo José, pues el pequeño tiene un linfoma cancerígeno en el intestino.

Carmen está luchando porque a su niño, al que le faltan dos meses para que cumpla cinco años, tenga una recuperación total.

La joven madre explicó que los médicos detectaron el mal hace dos meses, y si bien ya lo operaron, aún sigue bajo tratamiento de quimioterapia debido a que el linfoma se rompió y las células cancerosas llegaron hasta el cerebro.

El pasado sábado Carmen se encontraba acompañando a su pequeño en el octavo piso del Hospital de Niños Benjamín Bloom, en esta capital, porque los niveles de glóbulos rojos habían alcanzado las 900 mil, cuando lo normal es que estén a 500 mil.

Esta madre cuenta que su pequeño es muy juguetón y alegre, pero le enfada estar en el hospital, en donde ya recibió dos ciclos de quimioterapia y aún está pendiente de otros cuatro.

“Gracias a Dios con los dos ciclos que ha hecho las células cancerígenas ya desaparecieron de su cerebro; pero hay que seguir todo el tratamiento porque sino van a volver a revivir las células malignas”, dijo Carmen, a quien entrevistamos el pasado sábado afueras del hospital infantil.

Ella, junta a otras madres, recibieron un pequeño agasajo de parte de una pareja de esposos altruistas, que ocho años atrás perdieron a su hija por un cáncer.

¿Pero, cuál es el mejor regalo que le gustaría recibir en el Día de las Madres? La joven madre responde rápidamente, pero con voz entrecortada, “que mi hijo se sane, que mi hijo se sane”.

En ese momento, tras emitir esas palabras desde el fondo de su corazón, fue evidente cómo apretaban fuerte la rosa que tenía entre sus manos junto al plato de comida que le habían regalado.

Su semblante es de tristeza, pero trata de no quebrarse frente a su hijo que espera con ansias que suba para que siga vigilando su sueño.
“Ahorita está bien bonito, bien repuesto. Lo traía con tos, diarrea; pero gracias a Dios ya está bien alegrito”, comentó.

Y es que ella y su esposo, quien no los puede acompañar todo el tiempo por su trabajo, tienen fe de que José le ganará la batalla al cáncer.

Esta etapa implica bastante en su vida porque cuando llevan al niño a casa, luego de varios días ingresado, está con la angustia de que no se le enferme porque no tienen dinero para trasladarse hasta San Salvador.

De allí que vuelve a dar gracias a Dios de que hay un alma buena, un hermano de la iglesia, que los suele traer hasta el hospital. También está la Fundación Ayúdame a Vivir que les provee albergue y comida por las noche mientras el niño está ingresado.

“Aquí se gasta. Gracias a Dios en la Fundación no gastamos casi porque allí hay personas que nos llevan comidita”, dijo al dirigir su vista al hospital.