Como ya habrás visto, las bases de maquillaje vienen en diferentes presentaciones. Aquí te describimos cada una para que, según tu tipo de piel, elijas la que más te conviene.
Fluida: ofrece un resultado muy natural y es perfecta para cubrir las imperfecciones del rostro. Hay en diferentes tipos de coberturs y es excelente para llevar de día. La desventaja es que si se abusa del producto y no se difumina correctamente dejan el rostro como una máscara. Hay para pieles grasas, mixtas y normales.
Crema: es la más untuosa, ya que se trata de una emulsión de agua en aceite. Proporciona una cobertura alta, dejando un acabado uniforme y alisado, ideal para un maquillaje de noche. Hidrata la piel por lo que es perfecta para las pieles secas, deshiodratadas o maduras. Por ser muy densa y espesa no se recomienda en pieles grasas.
Mousse: curiosa textura que se transforma en espuma gracias a su difusor. Es muy ligera, y las mejores candidatas son las pieles jóvenes sin imperfecciones.
En barra o compacto: Se crearon para ser utilizadas por los actores de teatro o de cine por su cantidad de pigmentos colorantes por lo que eran densas. Hoy en día son productos ligeros que ofrecen una buena cobertura, por lo que resultan más adecuados para la noche. Cubre muy bien imperfecciones y cicatrices.
La desventaja es que puede resultar muy grasa en pieles con tendencia a generar mucho sebo, de ahí que se limiten a pieles secas, normales o mixtas.
En polvo: la mejor opción para las pieles grasas o con una persistente zona T, pues absorben el exceso de grasa y evitan el desplazamiento del color y los brillos. Permiten que tu piel respire, ya que no obstruye los poros y son fáciles de remover. Además al contener muy poco o nada de ingredientes químicos que pueden irritar la piel, resultan perfectos para pieles sensibles y alérgicas. La desventaja es que pueden resaltar las líneas de expresión y las arrugas en lugar de ocultarlas, así como acentuar los poros y las áreas secas de la piel.