“Delitos como la extorsión, el robo y el hurto constituyen el modo de vida de estas decenas de miles de jóvenes. De esa manera se mantienen y ayudan a mantener a sus familias, son los ingresos que les permiten subsistir. Quienes se dedican al narcomenudeo o a realizar extorsiones o robos o hurtos, es porque es la manera como pueden mantener a sus familias…”.
Estas son las palabras que el 18 de abril de 2013 pronunció el entonces presidente salvadoreño Mauricio Funes en un foro con la participación de expertos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), del Banco Mundial y de países de la región en Washington DC. El mensaje está guardado en los archivos del Banco Mundial.
En esa oportunidad, Funes llegó al extremo de decir que los pandilleros cometían extorsiones para poder ayudar a sus familias y que los $700 dólares mensuales que reunía en promedio un marero por dedicarse a la extorsión y a la venta al menudeo de la droga bien podían ser remunerados por el Estado salvadoreño.
Tras ahondar en su discurso para “comprender las razones de esta tregua” y la “oportunidad que se abre en El Salvador” con miras a obtener financiamientos, el entonces gobernante argumentó que “delitos como la extorsión, el robo y el hurto constituyen el modo de vida de estas decenas de miles de jóvenes; de esa manera se mantienen y ayudan a mantener a sus familias… Son los ingresos que les permiten subsistir”.
En seguida, pasó a explicar que “en términos generales, un pandillero por dedicarse al narco menudeo o por dedicarse a cobrar lo que hoy llaman una renta, que es una extorsión o por dedicarse al robo o hurto, tendrá en promedio unos $600 ó $700 dólares al mes. Sustituir ese ingreso para un Estado, incluso con pobres recursos y para un país de renta media (como El Salvador), no es complicado”, subrayó ante la audiencia en la sede del Banco Mundial.
Es más. Llegó al punto de definir a los pandilleros como “jóvenes” cuyas bandas no llegaban a extremos criminales como los narcotraficantes. “Las pandillas en El Salvador, integradas por unos 60 mil miembros en su mayoría jóvenes, aun cuando son estructuras organizadas para delinquir no han evolucionado al punto tal de convertirse en estructuras criminales, como los cárteles de la droga; sus líderes no tienen los niveles de acumulación ni riqueza que caracterizan a los capos de la narcoactividad”, declaró entonces.
En un intento por acabar con la desconfianza en el proceso y obtener financiamientos, Funes acudió entonces como orador principal del foro “Inseguridad Ciudadana en América Latina una amenaza al desarrollo”.
A lo largo de su discurso, Funes insistió en decir que quienes se dedican al narcomenudeo o a realizar extorsiones o robos o hurtos, es porque es la manera como pueden mantener a sus familias…”.
Con tono triunfalista, el entonces mandatario declaró que “el gobierno ha creado las condiciones que han facilitado que este proceso (la tregua) se profundice. Y lo hicimos así porque vimos en la tregua una oportunidad para nuestro país como de hecho ha ocurrido. Las cifras lo atestiguan, los homicidios en El Salvador en un año han bajado en un 52 por ciento”.
“En el primer trimestre del 2012 antes de esta tregua reportábamos 1,069 homicidios. Durante el mismo período, es decir el primer trimestre de este año, se han contabilizado 554 homicidios”, se ufanó en decir.
Tres años después, la Fiscalía General de la República estableció que tal “reducción de homicidios” fue una falacia, ya que los pandilleros siguieron asesinando pero enterraban a sus víctimas en cementerios clandestinos en las zonas rurales para que no fueran registradas en las estadísticas oficiales.
Funes justificó la participación de su gobierno en la tregua diciendo que los sectores del país y la comunidad internacional se lo pedían. “Ahora a un poco más de un año de establecida la tregua, la comunidad internacional y sectores internos del país reclaman al gobierno una actitud más protagónica para afianzar este proceso de pacificación”, decía Funes.
El entonces gobernante explicó que el proceso de tregua contaba con el aval de su gobierno que había facilitado la negociación con las pandillas y que Raúl Mijango, ahora detenido por su presunta participación en delitos conexos al proceso, hacía el trabajo de mediación con la representación de la Iglesia Católica.
En esa oportunidad el expresidente salvadoreño llegó acompañado de su exministro de Justicia y Seguridad Pública, David Munguía Payes (actual Ministro de la Defensa Nacional), y el ministro de Hacienda, Carlos Cáceres, quien conserva el cargo en el segundo gobierno del FMLN.
Entre los ejes del plan exhibido en Washington se trazaba que los pandilleros debían llegar a ser empresarios con talleres y otro tipo de industrias que les permitieran a futuro dejar la vida criminal y el sector privado tenía la menuda tarea de absorber con oferta de empleo al resto de jóvenes de las comunidades en riesgo.
“Como gobierno pretendemos dar una respuesta institucional a las demandas planteadas por los líderes de pandillas. Tenemos que darles una respuesta como Estado, pero también como sociedad. Esa respuesta, señoras y señores, no se llama negociación; no estamos negociando con las pandillas, porque los derechos que les asiste a ellos como salvadoreños y ciudadanos, aun cuando sean ciudadanos enfrentados a la ley, son derechos inalienables. Como salvadoreños tienen derecho a la educación, tienen derecho al trabajo y por lo tanto no estamos negociando con ellos, les estamos satisfaciendo necesidades que los va a sacar del mundo criminal de las pandillas.
Funes subrayó que “tenemos la oportunidad y la capacidad de ofrecerles una opción económica rentable, que los aleje de una vez por todas del mundo criminal”.
“Estamos conscientes de que una tregua pactada entre dos pandillas rivales que son las responsables de la mayor cantidad de homicidios que se cometen en el país, que son las responsables del narcomenudeo y de las extorsiones que se realizan, una tregua no es la solución, pero sí crea un ambiente diferente para intentar otra solución, que son de fondo, integrales, de carácter estructural”, subrayó.