El peso de las nuevas generaciones en el desarrollo

Los jóvenes tienen en sus manos el futuro del país porque representan su fuerza productiva y moral, pero deben saber que este tipo de conquistas no derivan de concesiones de las generaciones que les preceden.

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Reunión pandilleros durante la tregua, donde se utilizaron vehículos de la policía. / Foto Por Arhivo

Por Jesús Romero*

2016-05-11 9:24:00

La base poblacional del país está compuesta en su mayoría por jóvenes de entre 15 y 30 años, que representan el 30 %. El progreso de El Salvador depende de la participación de estas nuevas generaciones, pero las circunstancias provocan su resignación.

No hace falta leer los periódicos para saber que El Salvador genera miedo y escepticismo sobre su futuro. El año pasado, entre los meses de septiembre y octubre, cuando empezó a agudizarse la crisis, me paró la policía en la avenida Dr. José Antonio Rodríguez Porth, a las 8 p.m., a la altura de la Despensa de Don Juan. El primer factor extraño fue ver a más de diez policías en el retén. Y, el segundo, que en la misma calle en dirección contraria hubiera otro con una cantidad similar. Sorprendido por la situación, le pregunté al señor oficial qué había pasado. La respuesta: “Nada, solo son tiempos difíciles”. ¿Cómo es posible que esta afirmación proveniente de la autoridad no escandalizara? ¿En qué momento dejamos que se convirtieran en cotidianas estas medidas de seguridad? La verdad es que el 2015 fue convulso, murieron 6,656 personas y el 58.9 % eran jóvenes de entre 15 y 30 años, de acuerdo a los datos de Medicina Legal. Estas situaciones han provocado que las nuevas generaciones pierdan la fe y tengan que salir de la nación para triunfar fuera.

En realidad, los jóvenes tienen en sus manos el futuro del país porque representan su fuerza productiva y moral, pero deben saber que este tipo de conquistas no derivan de concesiones de las generaciones que les preceden. Es necesario utilizar con valentía y sensatez las herramientas tecnológicas de que disponen, pues en ellas radica su ventaja.

A pesar de lo oscuro que puede parecer el panorama, en El Salvador es innegable que las condiciones actuales presentan oportunidades de desarrollo para los jóvenes. La democratización de las nuevas tecnologías, aunada a un ambiente propicio para el ejercicio de las libertades civiles y políticas, constituyen la plataforma ideal para empoderarlos y hacerlos partícipes del proceso del desarrollo nacional. 

Ya sea en el papel de contralores de las acciones gubernamentales o bien utilizando tales herramientas dentro de las cadenas productivas. El factor común en ambos papeles es la educación fomentada en la tecnología, ya que en ella radica la creación de empleo y capital. Esta idealmente debe enfocarse en una agenda de desarrollo más que en aspectos ideológicos. Porque el factor distintivo de esta generación es que nació en la época de la información. Por tanto, los ideales doctrinales del siglo pasado les resultan impertinentes y sus miembros pueden ser incentivados por ideas progresistas que redunden en el bienestar común.

Prueba del papel que estas generaciones pueden cambiar la actualidad es su interés manifiesto en el rol que juegan las instituciones de fiscalización de la cosa pública, como el Instituto de Acceso a la Información Pública, o la sección de Probidad y la Sala de lo Constitucional, ambas de la Corte Suprema de Justicia. Ellos no pueden dejar de lado sus exigencias manifiestas a los partidos políticos para que avancen en sus procesos de democratización interna, los cuales incluyen la publicidad de sus fuentes de financiamiento. 

Como nación, creímos que la Guerra Civil y el proceso de los Acuerdos de Paz eran el punto de inflexión hacia una época de estabilidad y desarrollo. Sin embargo, la postguerra nos enseñó que los conflictos sociales pueden ser incluso más crueles cuando tiene sus orígenes en el olvido de la formación de la calidad humana. No obstante, las nuevas generaciones pueden cambiar el rumbo, teniendo fe en sí mismas y paciencia con los resultados. Ya que las acciones que provoquemos ahora determinarán el futuro de El Salvador.

*Colaborador de El Diario de Hoy