Ese incómodo Paolo

Paolo está casado con una particular forma de ver la vida, que lo hace tan firmemente anclado a sus bases liberales, que difícilmente se divorciará algún día de sus propias convicciones

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elsalvador.com

Por Max Mojica*

2016-05-15 7:38:00

Conocí a Paolo Lüers en una reunión de los “Observadores Políticos” de El Diario de Hoy, a la que tuve el gusto de ser invitado. Estemos claros: Paolo es simpático cuando quiere, y cuando no quiere, pues no.

La primera impresión que te da, es de ser una persona profundamente seria y analítica, de fuerte carácter y de igualmente fuertes convicciones; tan fuertes, que tan pronto lo conoces personalmente, se te hace ridículo el siquiera pensar que su pensamiento o su pluma puedan estar a la venta o puedan estar sujetos a intereses particulares que le generen compromisos creados, ubicados un centímetro más allá de sus propias convicciones. De hecho, si habría una forma de describirlo, sería utilizando la expresión tan salvadoreña, que hasta él se podría definir así: “es un macho sin dueño”. Paolo está casado con una particular forma de ver la vida, que lo hace tan firmemente anclado a sus bases liberales, que difícilmente se divorciará algún día de sus propias convicciones.

Muchos erróneamente piensan que por su postura crítica al Gobierno de Mauricio Funes o al del actual presidente, Sánchez Cerén, se había “derechizado”, crítica injusta propia de alguien que no lo conoce. Paolo continúa siendo fiel a su pensamiento de izquierda liberal. Ese pensamiento que lo hace alérgico a los dogmas, a obedecer la “línea del partido”, a bajar la cabeza y aplaudir cuando el guión estalinista así lo exija.

Tal vez a Paolo se le comprendiera mejor si se toman en cuenta la razón por la cual, siendo ciudadano alemán, decide incurrir en la política en lo que llegó a convertirse en el país de sus amores. 

Paolo llegó a El Salvador en 1981, en plena guerra, para cubrir como corresponsal de un periódico de Berlín. Era una época muy difícil para todos, especialmente para un periodista que luchaba para revelar al mundo lo que ocurría en El Salvador: asesinatos que ocurrían por parte del ejército y los cuerpos de seguridad así como por parte de la guerrilla comunista; presencia de los Escuadrones de la Muerte, matanza sistemática de personas allegadas a la oposición del Gobierno, y así, un ad nauseam de violaciones de los derechos humanos.
 
En ese marco de hostilidades, un buen día, tomó la decisión de empezar a colaborar con la guerrilla, a ayudarles en la parte de logística y comunicaciones. De acuerdo con sus palabras, se acabó identificando con la causa “del chiquito contra el grande. La locura de un grupo muy pequeño retando a los gringos”. Y de acuerdo con su experiencia, incorporarse finalmente a la guerrilla ocurrió cuando “haces amigos y te matan un par… y de pronto dejas de ser espectador, para convertirte en actor”. En ese entonces, antes de tomar la pluma para defender lo que él creía era lo correcto, Paolo decidió tomar un AK-47. 

Pensó en colaborar con la guerrilla un par de meses, sin pensar que le acabaría dedicando su vida a El Salvador por 35 años más. Participó como miembro del FMLN hasta 1992, fecha en que se firmaron los “Acuerdos de Paz”, momento en el cual renunció para hacerse independiente y retomar el periodismo.

Ahora se define a sí mismo como un luchador permanente contra el autoritarismo y un defensor de las ideas democráticas. Acepta que su punto de vista usualmente coincide con posiciones de izquierda, curiosamente cercanas, en algunas ocasiones, a los pensamientos que tenemos nosotros los de la derecha liberal. 

La pluma de Paolo simplemente vela por que en El Salvador, la libertad de expresión se mantenga irrestricta y por que el consenso nacional que surgió de los acuerdos de paz continúe llevándonos por el sendero de una sociedad viable y democrática. 

Ahora Paolo ha sido señalado por su vinculación a la tregua entre las pandillas. Soy un convencido que su participación ha sido para lograr concientizar a El Salvador, que la represión no es el camino, algo muy propio de su estilo: buscar el camino de la razón y no de la fuerza. Su pecado: ser un participante de buena fe en medio de lobos. Su fortaleza: estar limpio y no estar vinculado a ningún poder político. 

Paolo saldrá de esta, así como salió bien librado de las 1000 y un batallas con Radio Venceremos. Tendremos a Paolo para rato, ya que cuando le pregunté por que no regresaba a Alemania me dijo: “Llevo viviendo aquí más de lo que viví en Alemania. Además, aquí tengo a blacky (su perro)”.

Estas líneas están escritas con admiración de un “derechista” a un “izquierdista” que me ha enseñado a ser un comprometido con mi País, así con mayúscula. Gracias, Paolo, lamentablemente para algunas persona sos y seguirás siendo un invitado incómodo. 
 

* Abogado, máster en leyes.
@MaxMojica