El Salvador es la tierra del soberbio volcán que adorna la capital; de los cielos de púrpura y de oro que le dan brillo y color a los atardeceres en casi cualquier rincón del país; y de las reverentes nuevas generaciones que le guardan un cariño y apego a la patria a pesar de todas las dificultades que nos toca enfrentar. Pese a la amplia lista de cosas buenas que hacen resplandecer al país, no podemos obviar el catálogo de problemas que aquejan a la población los cuales, en muchas ocasiones, logran opacar el buen ánimo de los salvadoreños.
Las discusiones diarias a las que estamos acostumbrados los ciudadanos van desde la crisis de seguridad que ha llevado a El Salvador a tener una de las tasas más altas de homicidios a nivel mundial, hasta la crisis fiscal que involucra a los fondos de pensiones y el posible regreso a un sistema mixto de reparto. A pesar de la importancia de los anteriores problemas y la urgencia de encontrar soluciones sostenibles en el largo plazo, no podemos ignorar el hecho de que hay otras situaciones complicadas y de gran relevancia. Estas, a pesar de no encontrarse bajo los reflectores del escrutinio público, son cuestiones de trascendencia nacional a las que no se les está prestando la debida atención.
Por ejemplo: la elección del Consejo Nacional de la Judicatura tiene ocho meses en el congelador de la Asamblea Legislativa. Así, la entidad encargada de la evaluación de los jueces y sus tribunales; de enviar ternas a la Corte Suprema de Justicia para la elección de jueces y magistrados de Cámara; y de elaborar un listado de quince nombres para la elección de Magistrados de Sala, se encuentra acéfala y sin indicios de que esta elección sea prioridad en el palacio legislativo a pesar del largo retraso.
Los problemas en la cartera de educación son innumerables, partiendo por el mal estado de la infraestructura de las escuelas, los problemas de seguridad que están motivando la deserción escolar, las deficiencias en el aprendizaje producto de la falta de capacitación y actualización de los docentes, hasta la edad promedio de los maestros y su actitud frente a las nuevas tecnologías y formas de enseñanza. El Ministerio de Educación no puede seguir presentándose con un 5.30 (sobre 10) como nota promedio global de la Prueba de Aprendizaje y Aptitudes para Egresados de Educación Media (Paes), ni con un gremio de maestros que se está quedando desfasado en los métodos de enseñanza, frente a los avances tecnológicos en los que ya nacen las nuevas generaciones.
En igual sentido, es posible hacer referencia a otros problemas que afectan la calidad de vida de los ciudadanos salvadoreños, tales como el estado actual del sistema de salud, los problemas de administración de los recursos hídricos por la institución autónoma encargada y los niveles de desempleo de la población en edad de trabajar. Además, hay otras cuestiones que deben ser abordadas desde ya por la actual legislatura, tales como las reformas necesarias relativas a la ciudadanización de las juntas receptoras de votos y la forma de capacitación de casi diez mil personas para las elecciones de 2018.
Es difícil decirlo, pero los problemas de El Salvador no se reducen a los primeros planteados en la presente opinión, sino que tenemos un amplio catálogo de cuestiones importantes a las que debe prestárseles la debida atención si queremos impulsar el desarrollo integral del país. Es momento de aprovechar la intención de diálogo y acercamiento entre las dos fracciones mayoritarias en la Asamblea Legislativa, para buscar una forma eficiente de organizarse, tratar de estructurar una agenda de los temas de país que deben ser abordados y buscar soluciones integrales a todos los problemas planteados. Estas son solo algunas del catálogo de las cosas importantes para el país y que nos interesan a todos, fijemos también la atención en ellas.
* Columnista de El Diario de Hoy.