Negro futuro para el país: en crisis y sin agua

Las tierras bien trabajadas, o trabajadas con alguna medida de eficiencia, protegen el ambiente y los suelos muchísimo mejor que las tierras que no se trabajan.   

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 La leptospirosis es una enfermedad transmitida usualmente por el orín de la rata.

/ Foto Por Marlon Hern·ndez

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2016-05-17 8:22:00

En cincuenta años, informa una noticia de EL DIARIO DE HOY, El Salvador será invivible por la falta de agua. Y lo más grave es que esa catástrofe se verá acercarse sin que nadie pueda hacer nada, ya que al paso que se va el país habrá caído en la insolvencia desde mucho antes, sin dinero para revertir la marcha hacia el desastre.

No hay semana sin que el gobierno esté pidiendo más y más dinero, sea a través de préstamos “para seguridad”, emisión de bonos, nuevos intentos para tomar los ahorros de los trabajadores, más impuestos (también “para seguridad”) y una firme negativa de “achicar el Estado”: no están dispuestos a mandar a sus casas a quienes no hacen nada de utilidad.

Los zánganos se quedan en la colmena y es deber de todos los salvadoreños mantenerlos en sus mamandurrias.

La crisis es, en cierta manera, innecesaria, ya que sobre nuestro territorio cae más agua de la que consumimos. Pero es obvio que a medida que aumente el descuaje de los pocos bosques que quedan y se continúe sembrando en laderas, habrá una menor precipitación.

Y aquí vamos a la última ocurrencia del grupo en el poder: aumentar el salario mínimo en el campo a niveles insostenibles por los agricultores, porque en tal forma “se incrementará el consumo”.

Las asociaciones de agricultores han dicho que la mayoría de sus agremiados no podrá subsistir con esos salarios, por lo que la mano de obra que utilizan quedará cesante. Y al quedar sin empleo, “el consumo” en lugar de aumentar, va a reducirse, echando abajo el castillo de naipes que esa supuesta fórmula “más consumo-mayor producción-más movimiento–más prosperidad” pone en marcha.

Pero nadie del gobierno quiere sentarse a hacer números y analizar el asunto, por lo que proponemos una salida: en la próxima reunión de ANEP con los del gobierno inviten a miembros del sector agropecuario que expongan ampliamente el caso.

Siempre queriendo destruir lo que bien funciona

 En las presentes circunstancias todos los sectores deben hacer lo posible por mantener empleo, por proteger sembrados, talleres, comercios, industrias operando.

Cada empresa que cierra es “menos consumo” (lo mencionamos de nuevo pues la idea los hipnotiza) pero más sufrimiento para las familias salvadoreñas.

Y menos ingresos tributarios…

Hay además una importantísima realidad: que las tierras bien trabajadas, o trabajadas con alguna medida de eficiencia, protegen el ambiente y los suelos muchísimo mejor que las tierras que no se trabajan.

Y la mejor demostración es lo sucedido en el “sector reformado”, que hizo de fincas y haciendas muy productivas y generadoras de empleo de calidad, potreros casi en abandono hoy en día.

El campesino que siembra maíz en ladera no es afectado por el salario mínimo y no tiene ni los conocimientos ni los recursos para cuidar la tierra.

El caso de propiedades a las que les tocaría pagar esos salarios es muy distinto, comenzando porque para mantenerse necesitan vitalmente proteger sus recursos, desde la tierra misma y las instalaciones, hasta su personal, que no se improvisa sino que se educa y capacita permanentemente.

 No hay caso de imponer salarios mínimos inconsultos, que no causen desempleo grave.