Camilo, el ángel caído

Los malos son los otros, los que no dan la cara…. Como se decía antes ¡Libertad para Camilo!, un héroe vivo… y prisionero del régimen.

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Por Marvin Galeas*

2016-05-20 7:54:00

Yo no sabía que su nombre legal era Juan Castillo, subinspector de la PNC. Lo recuerdo siempre como el gallardo combatiente de las Fuerzas Especiales del ERP. Uno de los apenas cinco combatientes que sobrevivieron de los 150 miembros de la más asombrosa fuerza de élite que haya existido en América incluyendo a los Boinas Verdes.

Camilo, ojos verdes, más bien alto y fornido, pese a haber infiltrado los más grandes cuarteles del Ejército y haber salido vivo, amaba la poesía y la música de Bob Dylan. Estudiaba en la UCA, hasta que un día se fue a luchar por lo que creíamos justo y correcto.

Llegó a Nicaragua y allí se enroló en los batallones especiales del Ejército Popular Sandinista que luchaban a muerte contra las fuerzas antisandinistas. Me contaba a la luz de fogón guerrillero las terribles condiciones de los campos de batalla en el norte de Nicaragua.

Se fue luego a Morazán. Allí lo conocí. Por su inteligencia, valentía y destrezas, formó parte de las jefaturas de las Fuerzas Especiales comandadas por el chileno José Luis, exoficial del ejército cubano y caído luego en combate. El máximo jefe de las fuerzas especiales era precisamente Raúl Mijango, pequeño, delgado, moreno y dueño de un sistema nervioso que no se alteraba con nada ni ante nada.

 A Camilo le gustaba visitarme en el campamento de Radio Venceremos, para platicar de poesía y para escuchar mis peroratas sobre Bob Dylan. Cantábamos “A Hard rain is going to fall” o “Girl from the north country”. Luego yo le escuchaba sus increíbles relatos sobre los asaltos a los cuarteles enemigos.

Esos tipos, los de la Fuerzas Especiales, muchos de ellos niños apenas, se tiznaban de negro el cuerpo, andaban descalzos, tomaban sangre de toro y comían carnaza de perro. Se escondían detrás de la nada, y cuando evadían minas terrestres parecían mimos de alto teatro o bailarines de ballet. Camilo me decía que temía a la muerte y que cada compañero que moría, el moría un poco también.

Me miraba directo a los ojos con sus ojos verdes y me decía: “te admiro flaco, porque vos no tenés necesidad de andar en esto, y en esto andás. Pero hay que hacerlo por amor al pueblo, a nuestros descalzos sin pan, a nuestros campesinos que comen salteado, porque un día el país será más bonito y justo. Vale la pena, Marvin”. Yo lo admiraba por su mezcla de ternura y coraje. Me parecía que siempre andaba un fusil, un yatagán, un poema y una flor.

Tras finalizada la guerra y de la cual fue uno de los cinco miembros de las fuerzas especiales que salió vivo, la dirección del ERP le ordenó que se metiera en la naciente PNC. Lo hizo y se salió. Estaba cansado de las armas. Pero no sé por qué razones regresó. Ahora el héroe que estuvo dispuesto a dar la vida por los pobres, por su patria, según creíamos, está preso, no por “la dictadura fascistoide”, sino cuando gobierna el FMLN… qué cosas. Se me viene la imagen de un ángel caído.

He leído que tiene que ver con eso de la tregua. No quiero opinar sobre tal tema. Solo sé que si Camilo se metió en eso es porque creyó que era bueno para el país y que obedeció órdenes. Así es él. Lo conozco. Saber que el héroe que desafió a la muerte como tantos otros que soñamos con un país mejor, está preso bajo un gobierno del FMLN me indigna de verdad.

Saber que tanto muerto y sacrificio fue para que ciertos tipos gastaran miles de dólares en damas de compañía y zapatos Ferragamo, o corbatas Vuitton o sean empresarios con dinero del Estado me hace chingaste el corazón. Camilo, hermano, no estás solo. Tengo fe en verte libre, en que volverás a abrazar a tu esposa e hijas. Lo sé porque no has hecho absolutamente nada malo.

Los malos son los otros, los que no dan la cara… Como se decía antes ¡Libertad para Camilo!, un héroe vivo… y prisionero del régimen.
    
*Columnista de El Diario de Hoy.