Partido y Gobierno: ¿el todo y la parte?

El alineamiento inmediato de El Salvador con La Habana y Caracas en el caso de Brasil puede satisfacer a la Comisión Política del FMLN, no así a la ciudadanía salvadoreña como cuerpo social soberano. 

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Amigos y rivales dentro del campo entre Villalobos y Ulloa. 

/ Foto Por Mauricio Martínez

Por Carolina ??valos*

2016-05-23 8:41:00

Un paso positivo en la política de Estado en el campo internacional fue la “normalización” de relaciones con Cuba bajo el gobierno anterior. Por lo tanto, la reciente pataleta ideológica del FMLN en el caso de la destitución temporal de la presidente de Brasil, realizada por un Gobierno que debería representar a todos los salvadoreños, es un paso atrás en ese proceso de maduración democrática de nuestra posición y desempeño en el ámbito internacional.

El alineamiento inmediato de El Salvador con La Habana y Caracas en el caso de Brasil puede satisfacer a la Comisión Política del FMLN, no así a la ciudadanía salvadoreña como cuerpo social soberano, y tampoco debería satisfacer a nuestro Gobierno que, a todas luces, se ha precipitado. No es lo mismo mostrar preocupación por un proceso que es difícil de comprender, que “no reconocer al gobierno provisional” y pedir a la “Embajadora que regrese”. A ver cómo salimos ahora de esta situación tan incómoda y qué consecuencias nos trae, esta vez sí, a todos los salvadoreños.
  
Los intentos posteriores del Gobierno por arreglar el embarazoso incidente diplomático que crearon, sólo ponen en evidencia, una vez más, la confusión que existe entre la línea de partido (en todos los partidos) y el interés nacional. Esta reacción supuestamente de país ante una crisis política interna en un país amigo y socio, que se desarrolla siguiendo las disposiciones constitucionales y legales democráticamente aprobadas y plenamente vigentes en Brasil, sólo tiene un efecto: deteriorar nuestra posición ante la comunidad internacional.

Los intentos de aclaración por parte del Presidente y el Canciller me parecen necesarios para buscar la manera de revertir el daño, pero las declaraciones contradictorias de otros voceros generan dudas y contribuyen a difuminar la poca credibilidad que todavía guarda la población ante las instituciones públicas. Esta división de posiciones en el seno mismo del Gobierno se traduce, en el ámbito nacional, en una supremacía de los intereses de partido sobre los del país, y ha creado una crisis de ansiedad entre los ciudadanos y un ambiente de desconfianza hacia nuestras instituciones políticas. Esta combinación es letal: contribuye a socavar la democracia. Recordemos que la mayoría de salvadoreños no somos miembros de ningún instituto político, y ninguno puede hablar en nuestro nombre. Aun así, los partidos políticos tienen un papel fundamental en la restauración de esta confianza por parte de la ciudadanía, utilizando los mecanismos democráticos e impulsando genuinos y eficaces espacios de diálogo.
  
Una propuesta de más diálogo en El Salvador podría parecer ingenua, más aún cuando nos acercamos a un año pre-electoral y los cálculos políticos dominan el quehacer público. Pero ante una sociedad cada vez más compleja y exigente –en donde surgen actores distintos a los tradicionales partidos y con un mayor conocimiento de sus derechos– se vislumbra la existencia de una brecha importante entre el quehacer de la clase política y el manejo adecuado de la cosa pública, y las demandas reales de la sociedad. Por lo tanto, una dinámica de diálogo político, puede contribuir a seguir fortaleciendo y consolidando el proceso democrático de nuestro país, al tejer la confianza en nuestro sistema político, tanto al interior como al exterior de nuestras fronteras.
  
Las buenas maneras democráticas y el respeto institucional, no sólo son para “ir por casa”, sino también para ejercerlas en la comunidad internacional donde nuestro país, aunque pequeño, tiene su papel que jugar, y debemos hacerlo constructivamente, como le corresponde a un país como el nuestro que sólo puede prosperar en la estabilidad, en la harmonía, y en base en relaciones respetuosas y cooperativas entre los Estados. No con descalificaciones, desplantes y amenazas.
 

*Columnista de El Diario de Hoy. 
@cavalosb