Medicina paliativa, medicina avanzada para el final de la vida

El objetivo de la medicina paliativa no es acortar ni prolongar la vida, sino procurar una vida digna, libre de dolor y otros síntomas en los últimos meses de vida.

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Por Mario López Saca*

2016-05-25 9:08:00

La medicina paliativa moderna inició en los años 60, en Inglaterra, con el impulso de Cicely Saunders, pionera de estos cuidados especiales; quien, con ayuda de otras personas fundó el hospice St Christopher’s para la atención de enfermos con expectativas cortas de vida.
 
Desde entonces, los cuidados paliativos promueven la atención global del enfermo avanzado oncológico y no oncológico, atiende los síntomas físicos, psíquicos y existenciales de personas con enfermedades crónicas.  También se preocupan por la familia del enfermo y por el cuidador principal. Descienden a evaluar problemas sociales y económicos de estos enfermos. Esta intervención se realiza a través de un equipo multidisciplinar integrado por médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales y capellanes, entre otros.
 
El objetivo de la medicina paliativa no es acortar ni prolongar la vida, sino procurar una vida digna, libre de dolor y otros síntomas en los últimos meses de vida. Busca que el paciente tenga la capacidad de tomar sus propias decisiones, por ejemplo dónde morir o cómo morir, si aceptaría o no medidas invasivas como ventilación mecánica u otros procedimientos, si prefiere no ser hospitalizado y quedarse en casa, con su familia, etc.
 
El síntoma que se atiende con más frecuencia es el dolor, para ello se utiliza la escala analgésica de la Organización Mundial de la Salud. En esta escala el manejo de dolor moderado y severo incluye la morfina y otros opioides como parte de su tratamiento. El 90 % de los dolores oncológicos se alivian con opioides; sólo un 10 % de dolores requerirá otras intervenciones como bloqueos, bombas de dolor, etc.
 
En el paciente con una enfermedad terminal, o crónica, también se presentan otros síntomas, entre ellos la disnea y el delirum. La disnea, o dificultad respiratoria, genera mucho disconfort y ansiedad; inicialmente debe ser tratada la causa de la disnea, y si no mejora, puede utilizarse morfina en dosis más bajas que las analgésicas. También ayudan las benzodiacepinas como el lorazepam por vía sublingual, y por supuesto oxígeno suplementario a través de una bigotera o gafas nasales. El delirum o la confusión mental, es causada por infecciones bacterianas, interacción de los fármacos u otros trastornos metabólicos o propios de la enfermedad como metástasis cerebrales; en el delirum debe tratarse la causa iniciando además dosis bajas de haloperidol. Es importante saber identificar tempranamente este síntoma, porque puede llevar a mucho sufrimiento para el enfermo y su familia. 

Luego están “los síntomas ocultos”, llamados así  porque si no se preguntan al paciente, no salen a la luz: fatiga, somnolencia, insomnio, náuseas, estreñimiento, entre otros. Al mejorar estos síntomas, el paciente logra volver a la actividad cotidiana y eso eleva su calidad de vida. 

Por último, es importante también poner atención a los síntomas psicológicos: ansiedad, depresión y miedos que deben ser abordados. En muchas ocasiones, solamente con hablar con el paciente se resuelven sin llegar a utilizar un fármaco; pero si es necesario se introduce un medicamento.
  
En conclusión, los cuidados paliativos dan soporte y control de síntomas al enfermo avanzado, generan en el paciente más libertad para hacer sus cosas, continuar con los tratamientos curativos y tomar decisiones sobre su vida.
 
La frase “ya no hay nada que hacer” no existe en el diccionario de los cuidados paliativos. Siempre hay cosas que se pueden, y se deben hacer al final de la vida: aliviar los síntomas, acompañar, cuidar, consolar y enseñar a sobrellevar el sufrimiento, manteniendo siempre la esperanza del enfermo y la familia.
   

*Colaborador de El Diario de Hoy