La fotografía de “la refrigeradora más vacía de Venezuela” publica el ABC de España, lo que de inmediato lleva a la pregunta: ¿quién es el dueño de ese electrodoméstico? ¿Podrá ser una de las hijas de Chávez, o el sobrino de Maduro que enfrenta cadena perpetua en Estados Unidos por cargos de narcotráfico?
Cada día que pasa, más y más refrigeradoras en Venezuela están vacías, tan vacías como los estantes de los supermercados, los mostradores de comida congelada, anaqueles, armarios… la lipidia es cada vez más patética y se ha llegado ya a un grotesco racionamiento que obliga a la población a pasarse horas de horas en fila para conseguir algo para comer.
La respuesta de Maduro, que está “más loco que una cabra” al decir de José Mujica, ha sido amenazar con cárcel a las empresas que cierren y a sus dueños.
En cuanto a la refrigeradora, si está vacía no tiene sentido encenderla, pues además con los continuos cortes de electricidad se arruinaría, por lo que se puede decir que en Venezuela las refrigeradoras están únicamente de adorno, memorias del pasado.
Cuando la gente va de coyol quebrado a coyol comido, hay muy poco que guardar, ni en las refrigeradoras ni en los cajones de los muebles.
¿Cómo puede seguir operando una fábrica sin electricidad, sin materias primas, sin agua, sin nada de nada?
Muy fácil, es la respuesta de Maduro: “Habrá más revolución…”. Y la “revolución” mostró su implacable rostro el miércoles cuando bandas de esbirros con brillantes botas atacaron a palos y con gases lacrimógenos a manifestantes que una vez más protestaban por la insania en que ha caído Venezuela.
También en El Salvador
hay refrigeradoras vacías
Aquí en El Salvador hay buen suministro de electricidad, aunque es la más costosa de Centroamérica, son raros los cortes…
Pero cada vez es más difícil para las familias salvadoreñas tener alimentos, bebidas o sobrantes refrigerados en sus neveras, a causa del desempleo, de la crisis económica, de las extorsiones.
La abundancia de productos –lo que se come, se viste, se usa para transporte, los servicios de salud, etc.– no es resultado de milagros, sino de las condiciones apropiadas para que las fábricas operen, se trabajen los sembrados, haya un vigoroso intercambio de bienes, se invierta con ganas.
No es muy probable, para no decir que no ocurrirá, que “se trabaje con ganas” y “se invierta con ganas” si aparejado con las depredaciones de las pandillas un gobierno no encuentra nada mejor que amenazar con más impuestos y que uno de los que capitanean el comunismo llegue a decir que “tienen que combatirse las oligarquías neoliberales”. Tampoco irá muy lejos el país si grupos de agitadores propagan el odio de clases.
Lo de Venezuela, como sucede en Brasil, no tiene trazas de que durará mucho.
El régimen está cada vez más aislado, el rechazo que recibe de figuras de prestigio hemisférico es cada vez mayor, la repulsa de gobiernos europeos a los insultos de Maduro es crecientemente más grande.
Un estallido popular puede causar un derrame de sangre innecesario y horrible; lo más probable es que Maduro y Diosdado no tengan más remedio que salir huyendo para no enfrentar la justicia.