Después de calcular precios de pasajes de avión para una familia de cinco integrantes, mi esposo y yo decidimos que ir en carro era la opción más barata para nuestra vacación.
Teníamos algunos ahorros pero necesitábamos más. Entonces decidimos involucrar a los niños. Seis semanas antes del viaje, nos sentamos y les contamos adónde queríamos llevarlos y qué actividades queríamos realizar. Si bien el de dos años no entendía lo que estaba sucediendo, los dos mayores estaban entusiasmados. Enseguida ofrecieron vaciar sus alcancías para ayudar a pagar el viaje.
Les agradecimos su generosidad y les explicamos que necesitábamos otro tipo de colaboración financiera de su parte. Queríamos que nos ayudaran a ahorrar dinero. Les explicamos que si bien teníamos un ingreso fijo, había muchos gastos y les pedimos su cooperación.
Luego, juntos propusimos ideas para ahorrar dinero, desde apagar las luces que no fueran necesarias hasta dejar de comer en restaurantes. Los niños estuvieron de acuerdo con nuestro plan. Ese fue el comienzo de seis semanas de ahorro intensivo.
En una hoja de papel imprimimos una cuadricula. Cada casillero significaba un incremento de 10 dólares para que los niños pudieran visualizar la cifra a ahorrar. Al principio se sintieron abrumados por la hoja pegada en el refrigerador. Pero a medida que coloreábamos cada casillero, se iban entusiasmando con el ahorro.
Compras de alimentos
Ahorramos un buen porcentaje al dejar de comprar productos superfluos. En vez de sucumbir al impulso de comprar snacks, nos restringimos a comprar solo lo que necesitábamos.
Comer afuera
Las comidas rápidas son una opción tentadora cuando estamos muy ocupados. Pero durante esas seis semanas de ahorro, cada vez que pensábamos en comer afuera, uno de los niños nos recordaba cuanto podríamos ahorrar si nos tomábamos el trabajo de cocinar en casa. Las primeras veces que dejamos de ir a los restaurantes de comidas rápidas, nuestros hijos se quedaron sin los regalos de la Cajita Feliz, sin embargo, sentados a la mesa comiendo comida casera hablábamos de todos los lugares que íbamos a visitar.
Otros ahorros
Actividades como guardar la ropa limpia en vez de tirarla en la canasta de ropa sucia y el consiguiente ahorro en agua nos ayudó a ahorrar dinero. Apagar las luces de habitaciones vacías y cerrar las puertas al exterior para ahorrar energía también nos ayudaron a alcanzar nuestro objetivo.
Una gran experiencia de aprendizaje
Nuestras vacaciones fueron un éxito y creo que los niños las disfrutaron más gracias a su colaboración. Esperamos que esta experiencia les sirva para comenzar a transitar el camino hacia la seguridad financiera, además de crear recuerdos inolvidables. Los niños aprendieron que si bien ahorrar implica hacer sacrificios, también trae grandes recompensas.