El ingenuo diputado Valiente o el valiente diputado ingenuo

Si Valiente ejerce el sentido común y cumple lo prometido, sea por ingenuo sea por consecuente, va por buen camino, aunque les caiga mal a sus compañeros.

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Foto Por edhdep

Por Jorge Alejandro Castrillo Hidalgo*

2016-05-27 9:03:00

Ingenuo, según la RAE, es un adjetivo que se aplica a una persona candorosa y sin doblez. Candor, según el mismo diccionario, significa sinceridad, sencillez, ingenuidad y pureza. Desde ya le agradezco al “político menos” por hacerme releer al peruano Alfredo Bryce, mi autor favorito por sus personajes tiernos, locos y sentimentales. Lea usted su novela “Un mundo para Julius” y apuesto que estará de acuerdo conmigo en que Bryce Echenique retrata allí al más candoroso e ingenuo de todos los niños modernos. ¿Muy larga una novela? Léase entonces uno de sus cuentos: “Con Jimmy en Paracas”. 

¿Actuó el diputado Valiente con candor al solicitar ser informado del número de empleados que trabajan en la Asamblea Legislativa? (seré más preciso: número de personas que perciben un salario de la AL).

Por deformación profesional, suelo imaginar las escenas y personajes que me completan una historia. Les comparto mi recreación. Inicia el novel diputado tomándose su tiempo para conocer cómo funciona la Asamblea (recordemos que son sus primeros pininos en política partidista, antes de eso era un inquieto empresario). Ya conocedor de la dinámica básica de la Asamblea, cae en la cuenta que el presupuesto nacional es un tema recurrente y candente: los unos piden más dineros; los otros, más ahorro. Aquí, practicando el más elemental sentido común, se diría el diputado: -“ Si tenemos que ahorrar, ¿por qué no empezamos por casa, que es lo que podemos controlar?” Sabe bien que para hacer un presupuesto, primero hay que conocer las necesidades, las entradas y los gastos. “- ¿En qué gastamos?” se habrá preguntado. Gastos fijos de operación es lo primero que se le ocurre: electricidad, agua, seguridad, salud, papel, útiles de oficina, viáticos y atenciones para quienes allí trabajan. La pregunta es obvia “¿Cuántos seremos los que cobramos acá?” 

Empieza a indagar dentro de su propia fracción, con quienes tiene más confianza. Nadie le da un dato cierto, –“Preguntale a la Directiva, ellos son los que contratan y despiden a la gente”. Al “político menos” no se le ocurre todavía que su propia fracción pueda estar interesada en que el dato no se conozca. Cree que ese dato no debería provocar escozor en nadie y lo sigue buscando. Al no conseguirlo dentro de la Honorable, acude al Instituto de Acceso de la Información Pública. Consigue que envíen una carta a la Directiva de la Asamblea. La información no es proporcionada en un primer intento. Tiene que exigirse que se haga público lo que es de naturaleza pública y, a regañadientes, la sueltan. Al momento de hacerlo, el ingenuo Valiente es advertido que tenga mucho cuidado con esa información pues, por si no se ha dado cuenta, los lobos acechan a la Honorable (“todos nos miran buscando errores”) y que será su responsabilidad si algo llegara a suceder. Y, como en el chiste, ¡sucedió lo que tenía que suceder!

Se difunde la información y aparecen ante los ojos de la ciudadanía, con la comprensible indignación, aquellos diputados que contratan con dineros públicos a amigos, hermanas, suegras, novias, ¡hasta la madre le sacaron a alguno! Argumentos van, vienen y vendrán, que esto empieza. Como dijera Bacon (el filósofo, no el de los huevos): “ipsa scientia potestas est”. 

“El conocimiento es poder”, diputado. Si el valiente ejerce el sentido común y cumple lo prometido, sea por ingenuo sea por consecuente, va por buen camino, aunque les caiga mal a sus compañeros. ¡Que le importe poco! A fin de cuentas, se debe a nosotros y no a ellos. ¡Ojalá y esa ingenuidad cundiera en la política nacional! 
 

* Colaborador de El Diario de Hoy