¿Abrirá el Papa las puertas a la ordenación sacerdotal de mujeres?

Francisco desea contar con una mayor participación de las mujeres en la toma de decisiones dentro de la Iglesia, pues ésta debe enriquecerse con “el genio femenino”.

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Afición salvadoreña apoyando a la selección nacional.

/ Foto Por Tomás Guevara

Por Jaime García Oriani*

2016-05-28 7:59:00

En un encuentro con más de 800 religiosas reunidas en Roma, el Papa respondió a una pregunta complicada. “¿Qué impide que la Iglesia incluya a las mujeres entre los diáconos permanentes, como sucedía en la Iglesia primitiva? ¿Por qué no constituir una comisión que pueda estudiar la cuestión?”, consultó una de las consagradas. 

La respuesta del Papa fue larga y articulada, propia de una pregunta de este tipo, pues en la Iglesia católica el diaconado es, en la actualidad, un grado del sacramento del Orden, el cual es exclusivamente para varones. Y, sin embargo, la cobertura del main stream se limitó a decir que “Francisco abriría las puertas a la ordenación de las mujeres”, sin entrar en la complejidad de la temática. Voluntario o no el simplismo, lo innegable es que abordar periodísticamente temas de naturaleza teológica exige preparación en esta ciencia, conocimiento de la historia de la Iglesia y detenimiento para elaborar un buen análisis.

¿Qué dijo realmente Francisco y por qué lo complicado de la cuestión? El Papa explicó que en los primeros tiempos del cristianismo hubo algunas “diaconisas” –puede verse en la Carta a los Romanos 16,1 y en el Concilio de Calcedonia, llevado a cabo en el año 451-, pero no queda claro si tenían la Ordenación sacramental o si era una especie de ministerio laical como el lectorado o acolitado. 

Lo poco que se conoce es que su papel era ayudar en el bautismo de las mujeres, ya que en aquellos tiempos lo más frecuente era bautizar con la inmersión del cuerpo completo y no por infusión o aspersión. “Las bautizaban ellas, por el decoro, también para hacer las unciones sobre el cuerpo de las mujeres”, expuso el Pontífice. Añadió que cuando había un juicio porque el marido golpeaba a la mujer y ella iba al obispo a lamentarse, las diaconisas eran las encargadas de ver las marcas de los golpes en el cuerpo para luego informar al obispo.

Otra dificultad es la variedad de sentidos con los que se utiliza la palabra diácono en el Nuevo Testamento. Procedente del griego diakonos, su significado más común es “servidor”. Pero el mismo Pablo la emplea ampliamente. En Romanos 13,4, el apóstol llama diakonos a las autoridades del mundo y en 2 Cor 11,14-15, se trata de diakonoi al diablo.

Además, el lenguaje sobre el diácono permanente es moderno, pues surge después del Concilio Vaticano II. Santiago Madrigal, profesor de Teología en la Universidad Pontificia de Comillas explicó al periódico ABC que “no podemos extrapolar lo que nosotros entendemos ahora como diácono permanente a lo que fueron las diaconisas en la Iglesia antigua”. 

El Santo Padre concluyó diciendo que pediría a la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) información sobre este tema. Ya en 2002, la CDF publicó un documento que afronta esta cuestión, elaborado por Comisión Teológica Internacional. 

Sin duda, Francisco desea contar con una mayor participación de las mujeres en la toma de decisiones dentro de la Iglesia, pues ésta debe enriquecerse con “el genio femenino”, lo cual no significa abrir la ordenación sacerdotal a las mujeres. Juan Pablo II, en Ordinatio Sacerdotalis, con formulación definitiva, cerró las puertas a esto y fundamentó las razones apoyado de las Escrituras, la Tradición y el Magisterio. 

Que las mujeres no puedan recibir el orden sacerdotal no significa que su participación en la vida eclesial sea menos valiosa que la del hombre. Cuando regresaba a Roma después de su viaje a Brasil en 2013, Francisco dijo: “La Virgen María era más importante que los Apóstoles, los obispos, los diáconos y los sacerdotes. La mujer, en la Iglesia, es más importante que los obispos y los sacerdotes”. 

*Periodista. Investigador 
en temas de ética y religión. 
jaime.oriani@eldiariodehoy.com