Exámenes de la vista con teléfonos inteligentes

Como dice el eslogan de la COSCO de Sudcorea, los recursos son limitados pero la imaginación es ilimitada; todo es encontrar grupos que puedan patrocinar un programa de esa naturaleza, donantes locales o foráneos o trabajando al unísono.  

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Oscar Guerrero del Alianza celebra junto a sus compañeros el primer gol del equipo blanco.

/ Foto Por Marlon Hernández

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2016-03-31 8:28:00

Con una aplicación para un teléfono inteligente, un oftalmólogo británico, el desarrollador, está haciendo exámenes de la vista a miles de personas en Kenya, partiendo de un hecho: que muchas cegueras pueden curarse o aliviarse si se tratan debidamente y a tiempo.

El examen se hace colocando imágenes en la pantalla del teléfono, que luego van cambiando, para determinar la condición de los ojos y así llegar a un diagnóstico.

El inventor, el Dr. Andrew Bastawrous, llegó a la idea en visitas a países subdesarrollados que no disponen de clínicas de ojos y menos del instrumental para llevar a cabo los exámenes, para así echar a andar los posibles tratamientos. Sobre esto informó CNN.

 Hay, se nos dice, treinta y nueve millones de personas en el mundo catalogadas como “ciegas”, pero de éstas un ochenta por ciento puede recuperarse al existir las facilidades para hacer operaciones de cataratas o tratamientos.

 Y aquí, haciendo un paréntesis, estamos en el peor de los mundos: por los diferendos entre los oftalmólogos del ISSS y de Salud Pública con los políticos enquistados en las instituciones (rudimentarios doctores), no existen facilidades confiables para llevar a cabo ni diagnósticos ni cirugías de ojos.

Tampoco disponen las clínicas en el interior para hacer exámenes, lo que un teléfono inteligente y la respectiva aplicación pueden solucionar.
Es seguro que habrá oftalmólogos que bajarán la aplicación y harán los respectivos ensayos.

Con la aplicación y los teléfonos, Bastawrous y su grupo examinaron a nueve mil niños en menos de dos semanas y ahora se preparan para examinar a trescientos mil en una zona rural de Kenya donde prácticamente no hay clínicas de ninguna naturaleza.

Después de los exámenes es de suponer que se equiparían quirófanos móviles para “llegar, intervenir y salir”. Como dice el eslogan de la COSCO de Sudcorea, los recursos son limitados pero la imaginación es ilimitada; todo es encontrar grupos que puedan patrocinar un programa de esa naturaleza, donantes locales o foráneos o trabajando al unísono.

La aplicación, bautizada como “peek”, presenta la letra E en la pantalla del teléfono en distintas direcciones. El paciente indica en qué dirección señala la letra, el examinador hace ajustes y así sucesivamente. Finalizado el examen el paciente o el encargado cuando son niños, reciben un correo electrónico con el diagnóstico y las recomendaciones.

En otra aplicación, se coloca sobre la pantalla del teléfono un aditamento que permite ver la retina del paciente y diagnostica no sólo su condición, sino además establece si el paciente sufre de alta presión, diabetes y otras dolencia. También recomienda tratamientos o advierte sobre el problema.
 

Sin entendimientos reales
iremos de mal en peor

 

 En África, se nos dice, hay más personas con acceso a teléfonos inteligentes que a un suministro de agua potable, muy en el sentido de lo que está sucediendo en El Salvador, donde hay tantas comunidades que se quejan por el mal o casi nulo  suministro, desde la zona de Monserrat hasta las comunidades de San Martín.

La negativa del grupo en el poder a llegar a entendimientos con los sectores de trabajo, de “dialogar” en el sentido real del concepto, impide que se hallen y apliquen soluciones prácticas a problemas generales en todos los campos de lo que hace la gente, desde transportar mercaderías al exterior hasta corregir el espantoso desmadre generado por el Sitramss, el negocio de la oligarquía comunista.