Cuando se habla de inversión y desarrollo económico, muchos funcionarios públicos hablan de Fomilenio II y la Alianza por la Prosperidad del Triángulo Norte. El sector privado también tiene grandes expectativas con estas propuestas. El problema es que ambos programas son fondos de cooperación, sin que el país mantenga un aporte significativo con fondos propios.
Entre los proyectos grandes de inversión privada se encuentra la planta de generación eléctrica por medio de gas natural, por un monto de $800 millones. En el lado público se puede mencionar la ampliación del Aeropuerto Internacional de El Salvador, por $27 millones.
Sin embargo el primer proyecto ya está en marcha, mientras el segundo sigue sin poder iniciar totalmente. Fuera de ellos no hay muchos proyectos que destaquen por el monto de inversión o el impacto que tendrá en El Salvador.
Eso sí, tanto el Gobierno como el sector privado coinciden en que iniciativas como Fomilenio II o la Alianza por la Prosperidad podrán incentivar la economía, y específicamente el sector construcción, durante los próximos años.
El problema es que ambas iniciativas son parte de una cooperación, es decir, Estados Unidos intentando ayudar a que El Salvador salga del bajo crecimiento económico. Un apoyo que no es permanente, pues Fomilenio debe ejecutarse en cinco años y la Alianza está programada para tres años.
Fomilenio II representa una inversión de $365.2 millones, de los que solo $88.2 millones son proporcionados por el Gobierno. Con ellos se busca fomentar obras públicas que beneficien a empresas y comunidades, fortalecer escuelas y formación académica, además de mejorar el clima de inversión.
La Alianza para la Prosperidad, también impulsada por EE.UU. tendría un presupuesto de $750 millones, pero estos se deben distribuir también con Guatemala y Honduras durante los tres años que dure.
Esta cooperación se enfocará en áreas similares a Fomilenio, pero añadiendo un fortalecimiento a la seguridad de la región. Dicho plan nació como respuesta a un creciente flujo de migrantes centroamericanos hacia EE.UU. quienes huían de la criminalidad.
Con todo, son solo dos iniciativas con las que cuenta El Salvador, mientras Centroamérica impulsa su infraestructura con diferentes proyectos propios.