Roma ya no es la misma de antes

Una sociedad civilizada no es aquella en la que sus ciudadanos se sienten seguros cuando hay policías y militares en las calles, sino, más bien, cuando no los ven

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elsalvador.com

Por Jaime García Oriani*

2016-04-09 6:19:00

“¿Cómo se vive en un país en el que matan a 15 personas cada día?”, fue la pregunta que me hizo un amigo italiano cuando yo aún vivía en Roma y cuando las cifras de los homicidios todavía no habían saltado por los aires. 

Fue difícil contestarle. Entre otras cosas, le respondí que uno aprende a lidiar con esa situación. Le comenté que, al menos en la ciudad, hay bastante presencia de policías y militares fuertemente armados y con muchos guardias privados. 

“No logro imaginar a Europa llena de personas armadas deambulando por las calles”, reaccionó. 

Ocho meses después, tuve la oportunidad de regresar a Roma para la Semana Santa. La gran presencia de elementos militares y policiales en la Ciudad Eterna me llamó la atención. Nunca había visto a tantos fuertemente armados por las calles de la ciudad. 

Era de esperarse que el Gobierno adoptara esas medidas después de los ataques en París, de los recientes actos de terrorismo en Bruselas y de las amenazas que los extremistas islámicos han hecho a Roma; además, el Jubileo extraordinario convocado por el Papa ha causado que un gran número de peregrinos y turistas visiten la ciudad, aumentando el riesgo de ser un blanco apetecible para sembrar terror. 

En los ingresos y dentro de las estaciones de metro hay militares y policías. En una ocasión pude presenciar cómo la policía detenía, en la entrada de la estación, a dos personas con rasgos árabes para revisar sus mochilas. Muchos nos detuvimos al escuchar los ruidosos reclamos que hacían estas personas mientras inspeccionaban su equipaje. El incómodo momento para aquellos turistas iraníes terminó cuando los agentes descubrieron que sus abultados paquetes eran simplemente una cámara y muchos souvenirs. 

En las principales plazas, como la del Popolo, Spagna y Navona, hay policías municipales y nacionales todo el tiempo y, de vez en cuando, pueden verse aparcadas pequeñas tanquetas del ejército.

Entrar a San Pedro es ahora tedioso y complicado. Antes se podía ingresar a la plaza sin mayor complicación. Incluso era posible satisfacer el gusto de ponerse en su centro con el único motivo de contemplar su belleza y esplendor. Ahora ya no hay espacio para el capricho y es mejor tener una buena razón para visitarla. Hay que hacer largas filas con numerosos controles de seguridad. El primero de estos es casi como el de los aeropuertos: se debe pasar por un detector de metal y dejar todos los objetos metálicos y mochilas para que pasen por un escáner. Lo mismo aplica para las Basílicas mayores de la ciudad. 

Pese a la seriedad de la situación, siempre hay espacio para la espontaneidad latina romana. Un carabiniere -policía militar italiano- bromeaba con un turista al que tuvieron que revisar su mochila por sospechas generadas luego de pasar por el escáner. Habiéndose asegurado de que no había ningún peligro y al ver que llevaba una gorra de la Lazio, comentó: “Igual, no te dejaré pasar, al menos que me digas que la Roma es el mejor equipo del mundo”. 

Cuando encontré a mi amigo italiano, le pregunté cómo se siente vivir en una ciudad blindada: “Roma ya no es la misma. Espero que termine la amenaza del terrorismo y que las cosas se normalicen”.

En nuestro país, la violencia no se queda en amenaza, es real. Las cosas deben cambiar. No nos podemos acostumbrar a vivir así, con hombres armados por las calles a lo Salvaje Oeste. Una sociedad civilizada no es aquella en la que sus ciudadanos se sienten seguros cuando hay policías y militares en las calles, sino, más bien, cuando no los ven.

 Periodista.
jaime.oriani@eldiariodehoy.com