La revista D7 de El Diario de Hoy publica este domingo una amena tertulia con el novelista, cuentista, ensayista, periodista, político y abogado nicaragüense, en la que ahonda en su reciente novela Sara, inspirada en el personaje bíblico.
Acá te compartimos en cinco datos un resumen de esta conversación que se logró durante la última visita del literato a El Salvador, en la firma de libros que organizó Internacional. Libros y regalos.
1. Sergio Ramírez es Sara y el Mago.
Soy las dos cosas, uno tiene que repartirse entre los personajes, sin ser exactamente ninguna de las dos cosas. Yo narro la novela desde la perspectiva de un tercer narrador, un narrador impertinente que se jacta de conocer todo, que es gracioso, que no es un narrador responsable y que está narrando muy cerca del oído de Sara. Hay aquí tres personajes, mi narrador que es un personaje que no tiene nombre, pero él está haciendo la novela a su modo, Sara y el Mago.
2. Siguiendo el modelo de Gustave Flaubert con Madame Bovary.
Uno es sus propios personajes porque lo construye desde adentro. El asunto es imaginar cómo es una mujer, es un misterio. Uno va apenas abriendo pequeños agujeros para sanarse. Uno no puede decir que conoce la naturaleza del otro, porque es ajeno. Pero en este caso, yo hice este segundo ejercicio después de haberme metido en la piel de Amanda Solano, en mi novela La Fugitiva. Siento que he logrado algo.
3. Reescribiendo con humor la historia no contada de la Biblia.
Las situaciones incongruentes, la única manera de resolverlas es a través del humor (…) si tú vas a escribir una novela de este tipo y vas a empezar a reprobar las costumbres y las actitudes morales, vas al fracaso. Lo mejor es verlas con humor que es cómo el lector quiere que las vean. El lector quiere tener en las manos un libro con el cual divertirse.
4. La historia no contada, la historia por contar.
Se trata de retomar a un personaje que en el Génesis es esquemático por la brevedad del texto. No cuentan las líneas en la que aparece Sara mencionada, son pocas. Uno tiene que aprender a intuir qué hay detrás de este personaje, detrás de las señales que el texto bíblico nos va enseñando. Sara es una mujer sumisa, callada, obediente, y ese es un cliché.
5. Adiós a la solemnidad
Una novela nunca puede ser solemne, sería un bodrio, aburrida. La novela es un espacio crítico, de libertad donde los personajes dicen lo que quieren, se contradicen. No hay de novela de discursos paralelos. Lo que mueve a la novela, mueve el interés del lector. Así es Sara.