El legado económico y político de José María Aznar

Vendrá a El Salvador el 26 de abril a disertar sobre corrupción y populismo. Sus discursos le caracterizan por ser aguijoneados y por causar escozor para muchos.

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José María Aznar, ex gobernante español.

/ Foto Por Archivo EDH

Por Guadalupe Trigueros Fabeiro

2016-04-18 10:00:00

Era 19 de abril de 1994 en una España azotada por diversos casos de corrupción y una tasa de desempleo de 24.5% que casi igualó la registrada por Estados Unidos en 1933 (24.9%)   con la Gran Depresión.  Un año antes, 1993, el PIB de España se contrajo 1% con las medidas del  gobierno de Felipe González y de su Ministro de Economía, Carlos Solchaga Catalán, a quienes la oposición les recriminaba por el estado económico del país, el gasto público y una tasa récord de morosidad de  8.7%.

Ese 19 de abril de 1994, José María Aznar, jefe de la oposición (Partido Popular, PP) envió un duro mensaje a su contrincante Felipe González y también a todos los corruptos y populistas de la España de ese entonces, con las siguientes palabras:

“En las actuales circunstancias, no le queda más que una salida honorable: presentar su renuncia al Rey y aconsejarle respecto a qué miembro de su partido reúne las mejores condiciones para sustituirle. Váyase señor González. No le queda ninguna otra salida honorable. Porque usted es el principal y primer responsable de la situación económica. Porque usted es el principal y primer responsable de los casos de corrupción y el clima general de corrupción en España. Porque usted es el principal responsable de la degradación de la vida pública española. Porque usted es el principal y primer responsable de un gobierno incapaz”.

La era de la Transición española

“Váyase señor González. No le queda ninguna otra salida honorable.” Semejantes frases sacudieron a la sociedad española de la época  y dos meses después le dieron al PP la victoria a nivel nacional, superando al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en las elecciones al parlamento europeo.

Este fue el sello que marcó a Aznar como parte de la secuela de la  llamada “Transición española” y, en adelante,  labró el camino para convertirlo en el cuarto presidente del gobierno español, tras la dictadura de Francisco Franco. España acababa de adoptar una nueva Constitución que había instaurado el Estado social y democrático de derecho que dio paso al reinado de Juan Carlos I.

Durante su gestión, destacó por desregular y por liberar la economía, privatizar empresas estatales estratégicas, disminuir la deuda pública y preparar a España para ingresar a la zona euro.

En el 2000, el PP ganó la mayoría de diputados, con 27 legisladores más y llegó a 183 escaños, derrotando al PSOE con 16 diputados menos,  dejándolo con 125.

 Y Aznar potenció el resultado como un aval a su gestión. “La victoria del partido popular no fue fruto del fracaso del adversario ni de su derrumbamiento, fue el aval rotundo a una gestión de gobierno y a un proyecto político. Un proyecto que aspiraba a hacer de España una de las grandes democracias del mundo, desde la más firme confianza en la enorme capacidad de los españoles”, cita en su libro “El compromiso del poder”.

En su gestión, Aznar se adjudicó el resurgimiento y crecimiento de la clase media y el sentimiento europeísta de los españoles. Creó un fondo de reserva para salvaguardar las pensiones, redujo la carga fiscal que soportaban los españoles, bajó la  tasa de desempleo de 40 a 20% y  creó 1.9 millones de nuevos puestos de trabajo en cuatro años. Para entonces, el 50% de todo el empleo que se generaba en Europa era español, recoge en su libro.

Luego, tras obtener la mayoría absoluta en la legislatura, Aznar logró bajar la tasa de desempleo y sacar a flote el crecimiento económico.

“En cuatro años habíamos demostrado que no todos éramos iguales. Que existen gobiernos competentes e incompetentes y también políticas buenas y políticas malas. Y que con gobiernos competentes y políticas buenas es posible acabar con el desempleo y el desistimiento y colocar a España en la senda del optimismo y la prosperidad”, relata en “El compromiso del poder”.

La España de Rajoy

Doce años después de su gobierno,  Aznar se ha convertido en un analista y disertante político muy respetado a nivel internacional, y a la vez muy criticado en España, por propios y ajenos, por acusar falsamente a la ETA de los atentados del 11 de marzo de 2004, cuando en realidad fueron los yihadistas,  así como por los escándalos de corrupción de sus ministros y de miembros del PP, por el despilfarro en la boda de su hija, supuestamente pagada con fondos del caso Gürtel, por sus diferencias con el presidente de gobierno,  Mariano Rajoy, y recientemente, también por sus críticas al PP, ante  la fuga de votos de la clase media en los últimos comicios.

Para las elecciones catalanas de 2015, Rajoy decidió dejarlo fuera de la campaña, por considerar que Aznar ya no tiene más la capacidad de movilizar a votantes del PP como en hace una década, según se publicó en los periódicos españoles. Pero el resultado no fue mejor sin Aznar, el PP sólo consiguió en las votaciones  11  escaños, frente a los 19 de 2012 y Aznar se encargó de hacérselo ver a Rajoy,  con el estilo que ya conocemos:

 “Tu rival de la izquierda queda fortalecido, tu espacio queda mermado, los secesionistas van a continuar el proceso. Tu posición está seriamente comprometida”, le increpó.

La llaga de propios y ajenos

Para algunos dirigentes del PP, Aznar cometió el error de disentir con el partido en momentos cruciales de las elecciones. Disentir es  una posición que Aznar la sostiene cada vez que puede, incluso en el cumpleaños número 80 del escritor Mario Vargas Llosa, el pasado 29 de marzo, donde estuvo a cargo del discurso de apertura del evento al cual fue invitado Mariano Rajoy. En su intervención dejó ir otro mensaje al jefe de gobierno en funciones, con un fuerte reclamo: “necesitamos nuevos liderazgos capaces de ejercer una tracción social, moral y política a la altura de los desafíos que tenemos ante nosotros”.

También hizo un llamado de atención sobre el avance del populismo en Europa, alertando  que esta condición ya no es exclusiva de algunos países latinoamericanos.

“El mundo civilizado encara un dilema esencial: seguir avanzando por la senda de la prosperidad, el crecimiento y la libertad, esto es, profundizar en la civilización, u optar por la parálisis, la irrelevancia y el populismo, antesala de la barbarie”, dijo Aznar.

Entre los 400 invitados que escucharon el mensaje en el Hotel Villamagna estaban Andrés Pastrana, Sebastián Piñera, Alvaro Uribe y Luís Alberto Lacalle como ex presidentes latinoamericanos, así como funcionarios, políticos y empresarios españoles.

En marzo, intervino en una ceremonia en Italia donde dejó ver algo de lo que seguramente compartirá con la audiencia salvadoreña: “El populismo trabaja para dos cosas: parecer una democracia y no serlo”.

Aznar  disertará en El Salvador el martes 26 de abril sobre corrupción y populismo, en la celebración del próximo Encuentro Nacional de la Empresa Privada, ENADE,  justo cuando se le acaba de multar por evasión de impuestos.