Fallece expresidente chileno Patricio Aylwin

Tenía 97 años. "Debemos mucho a Don Patricio", dijo Michelle Bachelet. Tendrá un funeral de Estado.

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elsalvador.com

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2016-04-19 9:31:00

SANTIAGO, Chile. El expresidente Patricio Aylwin, que lideró la transición chilena a la democracia, falleció hoy producto del deterioro fí­sico que lo afectaba, informó el ministro del Interior. Tení­a 97 años.

“Todos sabí­amos que su salud se habí­a deteriorado hace algunos dí­as”, precisó el ministro Jorge Burgos.

En tanto, su hermano Arturo Aylwin dijo a la prensa que el deterioro del exmandatario se produjo hace algunas semanas.

Al enterarse del deceso la presidenta Michelle Bachelet dijo que “Chile ha perdido un hombre que supo siempre colocar la unidad de los demócratas por sobre las diferencias, que permitió reconstruir un paí­s democrático una vez que él asumió la presidencia de la república y en ese sentido le debemos mucho a don Patricio”.

Agregó que Aylwin tendrá un funeral de Estado, lo que significa que se decretarán tres dí­as de duelo nacional.

Democristiano, Aylwin encabezó una coalición centroizquierdista que en 1990 lo llevó al poder para iniciar la restauración de la democracia chilena luego de 16 años y medio de dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).

Durante su mandato (1990-1994) enfrentó dos rebeliones de Pinochet, quien habí­a continuado como jefe del ejército tras abandonar la presidencia.

Tras dimensionar la magnitud de las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura, Aylwin ofreció disculpas a las familias de las ví­ctimas y abogó por justicia pero “en la medida de lo posible”, frase que causó escozor entre los sectores izquierdistas, los activistas de los derechos humanos y los familiares.

El propio mandatario creó la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación que inicialmente determinó que las ví­ctimas habí­an sido 3.197, pero posteriores investigaciones oficiales elevaron el número a 40.018, incluidos 3.095 opositores asesinados, de los cuales más de 1.000 permanecen desaparecidos.

Entre sus medidas de reparación entregó beneficios económicos a las familias de las ví­ctimas y pensiones vitalicias, aunque los montos fueron considerados bajos.

Aylwin enfrentó al mismo tiempo fuertes crí­ticas de la oposición derechista por amnistiar y sacar del paí­s a guerrilleros izquierdistas encarcelados durante la dictadura.

Introdujo sutiles cambios en las polí­ticas de libre mercado instauradas por Pinochet, dirigió un perí­odo de sostenido crecimiento económico y favoreció una polí­tica de desarrollo con equidad.

Rechazaba el consumismo desatado bajo el gobierno militar y se enorgullecí­a de jamás haber visitado uno de los modernos centros comerciales que comenzaban a proliferar en las ciudades chilenas.

Mejoró los salarios de los más necesitados pero la desigualdad entre los ingresos de pobres y ricos continuó siendo abismal. Según un informe de Naciones Unidas realizado durante su gobierno, el 10% más rico del paí­s recibí­a el 47% de los ingresos.

Aylwin también desarrolló polí­ticas sociales para los sectores más deprimidos y dictó leyes para proteger a los indí­genas, que representan al 8% de los chilenos.

Abogado de profesión, fue cofundador del Partido Demócrata Cristiano, que lideró en ocho ocasiones.

Entre sus méritos más destacados, reconocidos transversalmente, estaba su capacidad para promover los consensos que permitieron la unidad contra la dictadura.

Su larga trayectoria polí­tica y los acuerdos alcanzados con antiguos rivales socialistas lo llevaron a la presidencia apoyado por la Concertación de Partidos por la Democracia, una alianza de 16 colectividades de centro e izquierda.

Producto de las negociaciones con Pinochet para recuperar la democracia, los militares conservaron gigantescas cuotas de poder, al punto que el exdictador siguió al mando del ejército hasta 1998 y dejó instalados a nueve senadores designados según los intereses de la saliente dictadura.

Su gobierno se comprometió a no investigar determinados hechos ocurridos durante el régimen militar y respetar una ley de amnistí­a que cubrí­a las masivas violaciones a los derechos humanos cometidas entre septiembre de 1973 y abril de 1978, perí­odo en que se tuvieron lugar las mayores atrocidades. Tampoco pudo nombrar a los jefes de las fuerzas armadas ni llamarlos a retiro.

Ayudado por su carácter conciliador y su autocontrol pudo gobernar con un Pinochet que reaccionaba desafiante si le tocaban a alguno de sus hombres a quien, sin embargo, le llamó la atención públicamente en varias ocasiones.

Nacido el 26 de noviembre de 1918, estuvo casado con Leonor Oyarzún, con quien tuvo cinco hijos. Una de ellas, Mariana, llegó a ser diputada y ministra de Educación.

Tras terminar en 1994 su gobierno “Don Patricio”, como solí­an llamarlo sus partidarios, se retiró de la polí­tica activa y sólo en escasas oportunidades emitió opiniones. Los últimos años pocas veces apareció en público.