La semana pasada se realizó el Foro Internacional de Análisis Político (FIAP). En este foro participaron profesores de excelentes universidades internacionales, así como intelectuales de centros de pensamiento de Estados Unidos, y el secretario general de la OEA.
Durante el foro se discutieron temas de actualidad en Latinoamérica, tales como el populismo y su eficacia como estrategia política, y la importancia de las protestas ciudadanas para meter en cintura a los populistas.
El populismo puede ser de izquierda o derecha, y tomar en consideración que, como dice Manuel Alcántara-(Profesor de la Universidad de Salamanca)- “el populismo es una patología que aparece en ciertas circunstancias cuando algo no está funcionando bien”.
El populismo ha sido una forma de gobernar utilizada muy comúnmente en Latinoamérica. Surgió luego de que gobiernos autoritarios, en la mayoría de casos, ocuparan el poder, a veces durante largos períodos. El populismo le dio una esperanza a la sociedad civil, que estaba cansada de autoritarismo. La gente quería un cambio, y el populismo les ofreció soluciones inmediatas a problemas de fondo. Algo así como aspirinas para el reumatismo, que quitan el dolor pero dejan la enfermedad. Esto generó confianza, y la población consideró que se podía ser más permisiva con el gobierno, y menos exigente.
Pero como dice Kevin Casas, del Diálogo Interamericano: “Nunca le creas a nadie que te dice que va a resolver problemas de fondo de la noche a la mañana”. Las medidas populistas muchas veces se usan para ganar elecciones, pero no funcionan para resolver ningún problema con excepción de la vida lujosa de los políticos populistas.
Los intelectuales internacionales nos hicieron ver la importancia de la participación de la sociedad civil en Latinoamérica, así como también nos transmitieron la forma en que El Salvador es visto internacionalmente, lo cual es algo muy importante porque, como decía Chester: “El que solo conoce de Inglaterra, no sabe de Inglaterra”. Esta frase nos demuestra que no solo podemos confiarnos de nuestra opinión o percepción, sino que tenemos que saber escuchar.
El caso de Brasil dejó claro que una participación ciudadana activa puede cambiar, profundamente, la agenda política de un gobierno, si no es que más. El descontento de la población hizo que se unieran por una causa común: la lucha contra la corrupción. Esto demostró que las diferencias ideológicas son secundarias cuando un país se une bajo un objetivo común. Esto nos debe de llevar a sensibilizarnos con los problemas principales de el país, pues, como decía Churchill, “el mayor activo que tiene un país es una población sana”, tenemos que ser sanos en todo sentido, por lo que la participación ciudadana es nuestro deber.
La vivencia en el FIAP me lleva a concluir dos puntos: que los salvadoreños debemos participar más en la política, partiendo de la necesidad de debatir ideas con ideas, ya que nadie por sí mismo es dueño de la verdad absoluta; y que es necesario buscar la unión por objetivos comunes, y trabajar todos los días por la democracia que tanto nos está costando. La actual era del populismo en el hemisferio está llegando a su fin, tal como hemos visto en Venezuela y estamos viendo en este momento en Brasil, que esto nos sirva de estímulo para luchar y comprometernos con los altos ideales que requiere nuestra sociedad para lograr beneficios para todos los salvadoreños sin importar clase, condición social ni ideología política.
*Colaborador de El Diario de Hoy. @juanpatots