UCRANIA. El 26 de abril de 1986 convirtió a Chernobyl en el lugar del que había que escapar, pero hoy es un punto de interés turístico con una atracción cada vez mayor.
El interés por ir a la apocalíptica zona de exclusión alrededor de la planta nuclear accidentada de Chernobyl, en Ucrania, “crece cada año, con 15,000 turistas que lo visitaron durante 2015”, afirmó Dominik Orfanus, fundador de Chernobylwel, una de las principales empresas que ofrecen el tour.
Edificios grises de paredes corroídas, juguetes y libros tirados por doquier, máscaras de gas abandonadas, ruinas de escuelas, clubes deportivos y hasta de un parque de diversiones, son algunos de los escenarios que quedaron congelados en los últimos 30 años luego de la evacuación comandada por el Ejército Rojo soviético.
Vea las imágenes de Chernobyl 30 años después de la tragedia
Para hacer la visita guiada hay que ser mayor de 18 años; se recomienda llevar ropa vieja que se pueda lavar fácilmente o incluso que se pueda tirar tras la visita. Es recomendable usar una mascarilla, pasar un control dosimétrico para calcular la radiación absorbida y estar siempre acompañado de un contador Geiger que mida la radiactividad.
Pese a todas estas sugerencias, Orfamus, eslovaco de nacimiento y a cargo de organizar tours a la ex planta desde 2008, aseguró que el paseo es seguro: “La radiación es alta sólo en algunos lugares durante el recorrido y en esos lugares sólo estamos una cantidad muy limitada de tiempo”.
“Durante un día en Chernobyl se reciben alrededor de 3 microsieverts de radiación gamma, lo mismo que se recibe alrededor de tres horas a bordo en un avión durante un vuelo intercontinental”, añade Orfamus.
Desde Kiev, la capital ucraniana, salen la mayor cantidad de tours a Chernobyl: se puede ir y volver en un día ya que cada tramo es de alrededor de 2 horas o, quienes quieran el paquete completo, pueden quedarse a dormir dentro de los 30 km de la zona de exclusión en un hotel ubicado en Pripiat, la localidad cercana a la central y que en minutos pasó de tener unos 47.000 habitantes a ser una ciudad fantasma.
“Hay unas cien personas, la mayoría viejos, que viven en la zona de forma permanente. Viven en un ambiente muy modesto y con una jubilación muy baja. Por eso tanto los visitantes como nosotros tratamos de ayudarlos, llevándoles algo de comida o regalos”, comentó Orfamus.