BRASIL. Hace apenas dos años, la presidenta Dilma Rousseff se ubicó en el segundo lugar de la lista de las mujeres más poderosas del mundo, precedida por la canciller alemana, Angela Merkel, según la revista estadounidense Forbes.
Ahora, la vida política de la mandataria pende de un hilo, pues enfrenta un juicio político que la podría llevar hasta la destitución de su cargo.
Por si fuera poco, la población que tanto la apoyaba y le permitió asumir como presidenta de Brasil por segundo período, ahora desconfía de ella y hasta la cuestiona, dice un análisis de panampost.com.
El profundo rechazo de los brasileños quedó demostrado cuando millones salieron a las calles a pedir su destitución y a decirle: “Bye Bye Dilma”, una presión que llevó a la Cámara de los Diputados a crear una comisión de “impeachment”para estudiar la destitución de la presidenta.
Los dolores de cabeza de la popular mandataria comenzaron cuando estalló el escándalo de Petrobras, que implicó el desvío de miles de millones de dólares hacia el Partido de los Trabajadores (PT) y sus más altos dirigentes, incluido el propio expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Como un efecto de cascada, la economía brasileña también comenzó a tambalear, y ahora Brasil vive la peor crisis política y económica del último cuarto de siglo. Las mismas autoridades de gobierno han admitido que la situación es “calamitosa”.
Tal realidad se refleja en un sondeo divulgado ayer que reveló que el 62 % de los brasileños apuesta por nuevas elecciones presidenciales para superar la crisis política.
De acuerdo con el estudio, realizado por el Instituto Ibope, más de la mitad de los encuestados quiere que tanto la mandataria Rousseff como el vicepresidente Michel Temer renuncien y que se celebren nuevos comicios. Para el expresidente brasileño Lula da Silva, la situación que vive su país es producto de una “cuadrilla” de legisladores que “han implantado la agenda del caos”.
El exmandatario, quien ayer participó en un seminario de la Alianza Progresista, con representantes de formaciones de izquierda, en Sao Paulo (Brasil), dijo que el juicio político que busca la destitución de la presidenta Dilma Rousseff “está comandado por políticos corruptos que no se conforman con el resultado de las urnas”.
Mientras eso ocurre, ayer trascendió que el Gobierno brasileño recuperó en 2015 un total de 124.9 millones de dólares desviados al exterior por la corrupción, una cifra récord para el país y que se dio por el aumento de los acuerdos establecidos con la Justicia de varios de los implicados del caso Petrobras, informó ayer la prensa.
El Departamento de Recuperación de Activos de Cooperación Jurídica del Ministerio de Justicia indicó que la cifra superó en ocho veces al acumulado entre 2005 y 2014, período en el que se recuperaron 14.9 millones de dólares, según publicó el domingo pasado el diario Folha de Sao Paulo.
Los resultados salieron a la luz pública, a casi una semana de al menos 1.2 millones de personas firmaron una campaña en internet que pide la destitución del jefe de la Cámara de Diputados de Brasil, Eduardo Cunha, acusado de corrupción.