Marisa, la mujer de Enrique Cárdenas, un prominente empresario peruano, se ha despertado en su cama excitada y desconcertada. Chabela, su amiga, se había quedado a dormir en la cama de Marisa, debido al toque de queda y, sin quererlo, el roce de su pie le ha provocado a su amiga del alma un calorcito en el empeine que le ha recorrido todo el cuerpo. Eran los tiempos del Perú de Alberto Fujimori y de Vladimiro Montesinos, con bombas, terroristas, populismo y secuestros.
A Chabela y a Marisa se les había ido el tiempo en la platicada y era preferible quedarse donde estaban que arriesgarse al toque de queda. Enrique -el esposo de Marissa- se encontraba en una gira empresarial. Y el esposo de Chabela no tuvo reparo en quedarse solo en su casa.
Esta historia corresponde al reciente libro de Mario Vargas Llosa, “Cinco esquinas”, en el que narra el chantaje que un periodista del semanario Destapes le hizo al empresario Enrique Cárdenas para involucrarlo en un escándalo sexual.
En la trama se reflejan cómo se administraban las órdenes de asesinatos, manipulación de medios y secuestros que salían desde el búnker de Vladimiro Montesinos, el asesor de Alberto Fujimori, el ex presidente que actualmente cumple una condena de 25 años de cárcel.
Ahora que su hija, Keiko Fujimori no alcanzó a ganar la Presidencia de Perú en primera vuelta, Vargas Llosa lanzó un fuerte mensaje a los electores: “Si gana Keiko, retornarán el populismo y la violencia social”, dijo, e instó a los peruanos a “movilizarse en contra del fujimorismo”.
No al populismo
En muchas de sus obras literarias, Vargas Llosa ha emprendido cruzadas de conciencia y denuncia contra el populismo y la corrupción en Perú.
En su columna en el diario español El País, Vargas Llosa no hizo la excepción. Instó a los peruanos a votar por Pedro Pablo Kuczynski, el candidato presidencial de Peruanos Por el Kambio (PPK), y sacar de la jugada al fujimorismo.
“Por eso es importante que haya una gran movilización popular de todas las fuerzas democráticas del espectro político, sin exclusión alguna, para derrotar al fujimorismo y llevar a la presidencia a Pedro Pablo Kuczynski”, publicó.
La vuelta al fujimorismo, escribió, sería la “legitimación de aquella dictadura corrupta y sanguinaria y un retorno al populismo, a la división enconada y a la violencia social”.
“Que venga” y después que hable
La reacción de Keiko Fujimori no se hizo esperar. “Le pediría que venga a vivir a nuestro país, que conozca la realidad y, una vez eso ocurra, después puede hacer un pronunciamiento sobre la situación del Perú”, espetó, aludiendo a que el escritor reside en España.
Para los analistas y la comunidad internacional, el populismo no ha sido erradicado en Perú. Aún pulula como uno de los fantasmas que persiguen a Keiko, quien para la segunda vuelta del 5 de junio, tendría que controlar en su propio partido a los que defienden las prácticas de su padre.
Ricardo Cuenca, dirigente del Instituto de Estudios Peruanos, ha declarado a la BBC que el hecho de que Keiko no haya ganado contundentemente en primera vuelta “tiene que ver con ese estilo populista y antipolítico que fundó Alberto Fujimori y ha heredado Keiko”.