CUBA. El cardenal Jaime Ortega, quien guió a la Iglesia hacia a una etapa de mejores relaciones con el régimen comunista y desempeñó un papel importante en la reanudación de vínculos diplomáticos entre Cuba y Estados Unidos, ha renunciado, informó hoy el Vaticano.
Será reemplazado como arzobispo de La Habana por Juan de la Caridad García Rodríguez, arzobispo de la ciudad oriental de Camagüey. El comunicado no especificó si también será designado cardenal.
Tal como lo establecen las reglas en la Iglesia Católica, Ortega había presentado su renuncia en 2011, cuando cumplió los 75 años de edad, pero hasta ahora el papa no había aceptado, ni había nombrado a un sucesor para la importante y estratégica diócesis de La Habana.
Ortega llegó al arzobispado de la capital en 1981 y organizó tres visitas papales. Estuvo al frente de un paulatino acercamiento entre el régimen cubano y la Iglesia, luego de una ruptura a comienzos de la década de los 60, cuando muchos sacerdotes apoyaron abiertamente a la contrarrevolución e hicieron abierta propaganda en su favor.
Fuera de una larga trayectoria al frente del arzobispado, el prelado tuvo que hacer frente a muchas críticas de disidentes en la isla y en Estados Unidos, que lo acusaron de no tomar partido en su favor y tener una conversación abierta con el régimen.
Sin embargo, gracias a sus gestiones fueron liberados presos políticos.
Los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, quienes vinieron a la isla durante su gestión, apoyaron incondicionalmente a su cardenal, al punto que el último tardó cinco años en aceptar su renuncia.
El régimen cubano le tenía tanta confianza que fue usado como emisario entre el dictador Raúl Castro y el presidente Barack Obama durante las negociaciones para la reapertura de relaciones.