Entre sus paredes de estilo renacentista francés y rococó, el Teatro Nacional de San Salvador ha albergado por casi un siglo las artes escénicas salvadoreñas y extranjeras. Fue, exactamente, hace 99 años que el presidente Carlos Meléndez inauguró el recinto cultural, tras seis años de construcción.
Incendios, terremotos y el conflicto armado fueron eventos que afectaron las instalaciones de este monumento nacional, que también funcionó como cine y centro de acopio luego de la erupción del volcán de San Salvador.
En los últimos años, la falta de seguridad y violencia que afecta el Centro Histórico de la capital ha influido en el flujo del público, de acuerdo con Tito Murcia, director del teatro.
Pero este patrimonio, también ha sufrido deterioros físicos por parte de asistentes, sumado a la contaminación que lo rodea. “Los salvadoreños por tradición no hemos sido educados para amar y respetar las artes escénicas ni mucho menos nuestro patrimonio cultural… hace falta una concientización y un compromiso de todos los salvadoreños por el cuido, el respeto y la educación del disfrute de las actividades escénicas en el teatro nacional”, indicó Murcia.
Aunque la indiferencia del público ante las expresiones de arte y el cuido de cada detalle que reviste el edificio construido por el arquitecto Alberto Ferracuti, más de 100 grupos artísticos se presentan al año y alrededor de 65 mil espectadores nacionales y extranjeros se han deleitado con danzas, conciertos, obras de teatro, exposiciones de pintura y más.
Personajes como Juan José Cañas, la voz de oro de la española María Guerrero, el escritor nicaragüense Rubén Darío, hasta llegar a compañías internacionales como la inglesa Globe to Globe, con “Hamlet”, o las sinfónicas nacionales, han engalanado las tablas.
“ ‘La Traviata’ fue la obra que inauguró el teatro. Poca gente notó que Centroamérica fue un corredor cultural muy interesante. Por aquí se quedaron muchos artistas… pero todo eso se fue perdiendo y que dicen mucho del quehacer cultural de un país”, expresó con nostalgia José Ángel Cañas, quien estuvo frente a la dirección del teatro durante 18 años.
Pese al esplendor que un día tuvo el centro de la capital y sus edificios históricos no se vislumbra más, el Teatro Nacional continúa con su objetivo: recibir a compañías culturales y al público que desee alimentar su espíritu a través del arte.
“Estos (teatros) son los únicos refugios de amor necesarios y urgentes. Creo que las expresiones artísticas son una alternativa en la búsqueda de solución de la violencia. El arte ennoblece y hace crecer al ser humano, lo desarrolla con una visión que no es violencia”, afirmó Cañas.
Elegancia
El edificio cuenta con cuatro espacios destacados: Gran Sala, Pequeña Sala, Foyer, Café Teatro y Vestíbulo, espacio destinado para exposiciones de artes plásticas y visuales.
Su sala principal recibe espectáculos profesionales de gran formato como obras de teatro y conciertos. Butacas revestidas de tela ocre y detalles dorados embellecen este monumento cultural.
La cúpula elipsoidal es de unos 230 metros cuadrados aproximadamente. Es una de las partes más imponentes de la Gran Sala, la que fue pintada por el artista nacional Carlos Cañas. “He desarrollado una secuencia feliz, idílica de la vida”, comentó el artista para la revista “Cultura”, en 1977.
La cariatida fue tallada por obreros salvadoreños, trabajadores del Cementerio General de San Salvador. Esta figura de mujer tallada en yeso sostiene el techo del palco presidencial. “Obra de gran valía”, señaló Cañas.