No hay oficio más insensato que el de los futurólogos, aquellos que pretenden predecir no sólo lo que nos traerá el mañana, sino también lo que puede acontecer en cincuenta o cien mil años.
La “futurología”, para algunos de sus adeptos, ha adquirido no sólo el estatus de “ciencia”, sino de una especie de supremacía moral que insta a todos los pueblos de la Tierra a unirse a una cruzada que impondría sobre la vida de todos, deberes, prohibiciones y hasta formas de pensar.
Y lo que mueve y sustenta esa tendencia es el llamado “cambio climático”, que viene a reemplazar el “calentamiento global” que se demostró no tener fundamento.
Hace cincuenta millones de años, señala el cofundador de Greenpeace, Patrick Moore, no había hielo en los polos ni en ningún otro lugar de la Tierra. Y esa ausencia de hielo, o deshielo si hubo casquetes polares antes, obviamente no fue producida por el hombre, pues no existía.
El enfriamiento del planeta, señala Moore, inició hace dos millones y medio de años, proceso que culmina con la Era Glacial hace trescientos mil años y en la que nos encontramos hoy en día. Y en ese largo lapso en la Tierra se han sucedido periodos glaciales alternados con otros de parcial deshielo.
Aparentemente nos encontramos hoy en día, en los próximos dos o tres siglos, en una de esas transiciones, cambios ajenos a lo que hacen o no hacen los humanos.
Moore enumera cuatro periodos en la historia reciente de calor a frío a calor y frío; en los siglos alrededor del apogeo romano, hace dos mil años, hubo un calentamiento más severo que el actual, a lo que siguió una época glacial tan fuerte que provocó el éxodo de Escandinavia de los vikingos. Luego otro calentamiento peor que el actual que antecedió una mini-edad de hielo alrededor del mil seiscientos.
El actual calentamiento, dice, inició hace un siglo cuando no había significativas emisiones de bióxido de carbono. Y ahora que las hay no se registra un empeoramiento…
Moore dice que los cambios del clima obedecen a una miríada de factores: alteraciones en la inclinación del eje de la Tierra al girar en su órbita elíptica alrededor del Sol, grandes tormentas solares y variaciones en la temperatura de su superficie… Todo lo cual se sobrepone a las emisiones de vehículos que en todo caso están reduciéndose y nos encaminamos a los impulsados por electricidad.
Pero los adoradores de la ingeniería humana “no se las aguantan” para poner a marchar a la humanidad al ritmo de sus sones, llegando al extremo de tratar como parias a los países que se resisten al absurdo.
“Cambio climático” es una cosa;
depredación de la naturaleza, otra
Cambio climático es una cosa, pero otra muy grave es la contaminación del medio ambiente, la desertificación, destrucción de bosques y recursos hídricos es otra. Estos daños causados por el hombre son un azote sobre muchos pueblos y se debe combatir. En Pekín y varias ciudades de China comunista/capitalista hay continuas alertas, como deberían contemplarse en San Salvador por el desastre causado.
Que muchos de los ríos y vertientes de El Salvador sean botaderos de basura y estén secos casi todo el año no es resultado del “cambio climático”, cuanto de la disparatada reforma agraria impuesta sobre nuestro país en 1980.