El vídeo en el penal

La indignación es porque el vídeo muestra en sus aberrantes escenas mucho más que “una discomóvil y bailarinas”. Muestra el nivel de la trama que habría sido tejida para reducir de manera artificial el número de homicidios.

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El actual gobierno argentino ha descubierto una red de evasión de impuestos relacionada con empresarios que apoyaban a la ex presidenta Fernández.

/ Foto Por David Fern?ndez

Por Eduardo Torres*

2016-03-01 8:52:00

Indignación han causado entre la población las imágenes del vídeo de una fiesta en el Centro Penal de Izalco, difundido por diversos medios de comunicación y a través de las redes sociales, validado desde que se hizo público este lunes por Centros Penales, que ha ordenado una investigación sobre los hechos. “En fecha 24 y 25 de septiembre del año 2012”, dice un segundo pronunciamiento de Centros Penales dado a conocer ayer martes, “ingresó al Centro Penal de Izalco una discomóvil y bailarinas”.

La indignación, ciertamente, es porque el vídeo muestra en sus aberrantes escenas mucho más que “una discomóvil y bailarinas”. Muestra, o parecería mostrar, el nivel de la trama que habría sido tejida para reducir de manera artificial el número de homicidios. Porque hubo informaciones fidedignas dadas a conocer durante la tregua, que señalaban “privilegios” para los reclusos; las autoridades del momento lo negaron, al insistir que, por ejemplo, los televisores plasma  eran para fines educativos y culturales.

Pocos estarán en desacuerdo con que se brinde a los reclusos, a cualquier recluso, la oportunidad de rehabilitarse, de reinsertarse a la sociedad teniendo como base para ello las mínimas condiciones que como seres humanos requieren. A este respecto, parecería que hubo personas bien intencionadas que entraron de buena fe a intentar impulsar un proceso de reducción gradual de la violencia. El problema, parece indicar el vídeo, es que queda abierta la posibilidad de acuerdo bajo la mesa, ya que como dijo en una obra un ilustre caballero inglés, “algo huele a podrido en Dinamarca”. 
   
Al observar ayer un tanto el tráfico en las plataformas digitales y el efecto causado por el vídeo, ¿cómo se sentiría usted?, me preguntó ayer un “millenial” al comentarme la indignación causada en la gente, ya que son personas que viven inmersas en la espiral de violencia que sufrimos e incluso han perdido muchos de ellos a familiares o amigos cercanos. Me ayudó su comentario a profundizar más en lo que es sin duda el principal problema de nosotros, los salvadoreños. La gente vive angustiada, atemorizada, pensé, y después de esto como que también se siente hasta engañada.

Un homicidio por hora hemos tenido durante los primeros dos meses de 2016, cifras de escándalo para un país que va escándalo tras escándalo. La espiral de violencia lejos de mermar, aumenta. Los números de la última encuesta de Predictvia para este periódico confirman este sentir de angustia, de temor entre la población, de falta de confianza y, tristemente, de desesperanza. Consecuencias legales aparte en la investigación que se sabe viene realizando la Fiscalía General de la República, que la indignación sufrida por el vídeo en el penal de Izalco sea el parteaguas que requiere el país para intentar resolver esta problemática.

Y para intentar resolverla lo primero que hay que hacer es admitir, al menos al interior de las esferas gubernamentales, que no se está logrando el objetivo supremo del plan “El Salvador Seguro”. Al así hacerlo se podrán construir los apoyos requeridos, que ni por cerca brinda el Consejo de Seguridad Ciudadana, para hacer de la seguridad pública una política de Estado con una amplia participación sectorial y ciudadana que trascienda gobiernos y nos permita afrontar con un mayor grado de éxito esta terrible vorágine de violencia que de tantas vidas nos priva.

Siendo la vida el bien más preciado que tenemos los seres humanos, la protección para todos sus ciudadanos se vuelve responsabilidad primaria para el Estado.
 

*Director Editorial de El Diario de Hoy.