Apastepeque, un dulce recorrido por San Vicente

En la zona paracentral de El Salvador se encuentra una región dulce y tradicional, con una misteriosa laguna. Descúbrela

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elsalvador.com

Por Josué A. Peña

2016-03-04 7:53:00

He visto las rastras cargadas de caña de azúcar y he escuchado el poema de Alfredo Espino “Cañal en flor”, pero nunca me había interesado por la tradición cañera en el país. La curiosidad me llevó hasta Apastepeque, un destino “literalmente” dulce, a solo 60 kilómetros de San Salvador, en el departamento de San Vicente.

El primer atractivo de la zona que deseo comentarles es la Laguna de Apastepeque, ubicada a cuatro kilómetros del desvío a la cabecera vicentina. Si viajas en bus, aborda en la Terminal de Oriente las rutas 116 o 301, que hacen su recorrido de la capital a San Miguel, y bájate en el desvío, ahí encontrarás pick-ups que te llevan directamente a la laguna. La entrada al parque acuático es de $1. 

La laguna es muy pequeña y se alimenta de aguas subterráneas. Su profundidad es de 35 m. En el parque hay paseos en lancha y una diversa oferta gastronómica, pero no fui hasta allí solo para mostrarles dónde refrescarse.

Entre las muchas tradiciones que se pueden encontrar en ese municipio, la de las moliendas me llenaron de asombro. Muy cerca del turicentro se encuentra una de las principales: la molienda Cantarrana. 

Un portón abierto rodeado de bagazo de caña da la bienvenida a cualquier curioso.

El proceso de extracción de la panela se da lugar en construcciones sencillas. Y lo ideal es llegar después del mediodía para ver todo el desarrollo.

Desde que entré a la molienda percibí un aroma grato que perfumaba todo el lugar. Pensé que iba a ser el único curioso, pero para mi sorpresa varias personas y turistas esperaban ansiosas por comprar producto: la miel de mesa, la de dedo, el batido y la panela de dulce.

Los trabajadores hierven en grandes ollas el jugo de la caña que se exprime en el trapiche, hasta convertirlo en una especie de caramelo. Luego lo traspasan a otras ollas de menor tamaño, en las que lo baten con fuerza a mano.

Cuando está listo, lo vierten de forma muy coordinada en largos contenedores de madera con pequeñas cavidades circulares, donde se deja reposar un buen tiempo. Ya fríos, se les da la vuelta a los contenedores y se golpean fuertemente con un mazo de madera hasta sacar el dulce de cada uno de los cilindros. Luego los envuelven en tusa seca y están listos para ser comercializados. Esto es lo que conocemos en El Salvador como dulce de atado.

Otro grupo de trabajadores ponen la sustancia mielosa en platos de aluminio y con herramientas básicas le dan vida al batido de dulce, el cual decoran con ajonjolí y maní. ¡Exquisito!

Apastepeque está lleno de dulzura, pero no solo de la caña. Su gente también lo es. Recomiendo el lugar para aquellos que gustan de las tradiciones y sabores nostálgicos. Una cámara es imprescindible.