???Nicolás se esforzaba para ganar para sus niños???

descripción de la imagen

El suegro de Ascencio llora su muerte a minutos de entrar a la casa donde lo velaron, en Santa Catarina Cuisnahuat. La víctima deja a cuatro menores de edad huérfanos. 

/ Foto Por Marvin Romero

Por Stanley Luna

2016-03-05 9:45:00

Para que Nicolás Ascencio llegara al trabajo que había aceptado una semana previa al día que fue brutalmente asesinado, tenía que caminar unos diez minutos del caserío El Porvenir, en el cantón Cuyuapa Arriba, en Santa Catarina Masahuat,  Sonsonate, hasta la parada conocida como Las Crucitas. 

Ahí tomaba el transporte que lo llevaba al caserío Las Flores, del cantón Agua Escondida, en San Juan Opico.

Aunque él era originario de Santa Catarina Masahuat, había llegado a Porvenir hace 15 años, cuando conoció a su compañera de vida. Era amigo de las personas de la zona y asistía a una iglesia evangélica. 

El hombre de 35 años,  se despertaba a las 3:00 a.m. Una hora después salía de su casa llevando una mochila, en donde cargaba el desayuno y el almuerzo, preparados por su esposa. 

Ella se quedaba en la casa, con su niño de cuatro años y sus tres niñas también menores de edad, y estaba acostumbrada a recibir una llamada de su esposo, todos los días. 

Ascencio había aceptado el trabajo en una empresa de electricidad,  mientras esperaba la contratación formal para un proyecto en otra compañía  del mismo rubro, en donde ya estaban preparándole el uniforme y el calzado que utilizaría para realizar las labores. 

Las familiares relataron que con el dinero que ganara, el hombre quería saldar deudas y construir el corredor de la casa que levantó hace unos doce años, luego de casarse. 

Por ello,  había comprado un polín y el jueves pasado, cuando lo mataron,  su compañera de vida había viajado a Sonsonate, para comprar el cemento para dicha obra y también para arreglarle dos pantalones que le quedaban flojos. “Se esforzaba para ganar para sus niños, ahora quedan huérfanos”, lamentó un familiar del fallecido. 

Ascencio tenía muchos planes, ya  había comprado, a metros de su casa, más de una manzana de tierra para sembrar maíz.

Pero sus asesinos no sabían eso, tampoco que interrumpieron una llamada que recibió el día del crimen, a eso de las 10:00 a.m., era su esposa, él  cortó la llamada. Esa fue la última vez que ella escuchó su voz.