Unas de las principales causas de discapacidad visual es el glaucoma, una enfermedad crónica y progresiva que afecta el nervio óptico de ambos ojos y daño en el campo visual y hasta ceguera. A esta afección se le conoce como “El ladrón silencioso de la visión”, ya que en la mayoría de los casos quienes la padecen no presentan síntomas.
“Es una neuropatía del nervio óptico que generalmente está asociada con el aumento de la presión dentro del ojo. También hay glaucomas de presión baja”, manifiesta el oftalmólogo Rigoberto Cartagena, de Fudem.
Según el médico, existen varios factores de riesgo que inciden en el padecimiento de esta enfermedad, entre ellos, la edad (mayores de 40 años), la raza (generalmente personas descendiente de africanos) y antecedentes familiares.
Aunque el glaucoma es asintomático, existen ciertas manifestaciones sutiles que pueden llevar a detectarlo, como el enrojecimiento del ojo, dolor ocular ocasional, sensación de presión, reducción del campo visual, visión borrosa, halos de colores alrededor de las luces y dolor de cabeza.
“Hay diferentes métodos para diagnosticar este problema, los más utilizados son la tonometría y la oftalmoscopía”, expresa el doctor Cartagena. El primero de esos procedimientos mide la presión interior del ojo y el segundo permite al médico examinar el nervio óptico para detectar posibles daños.
Otras pruebas para diagnosticar el glaucoma son la perimetría, que evalúa el campo visual del paciente; la gonioscopia, que determina si el ángulo donde el iris se encuentra con la córnea es abierto, amplio o estrecho, y la paquimetría, que mide el espesor de la córnea.
“Es recomendable hacerse un chequeo con un oftalmólogo, sobre todo las personas mayores de 40 años”, indica el doctor.
El tratamiento de este problema ocular puede incluir medicamento (gotas) y, en casos extremos, cirugía.
“El glaucoma (…) no se cura, solo se previene y se trata”, dice el galeno.