Cenando con un buen amigo, excelente profesional que reside en Washington D.C., al aprovechar una visita de trabajo suya al país, me lanzó la pregunta de si estaba (apoyaba) con Donald Trump.
–Tú sabes que me identifico con el Partido Republicano de Lincoln y Reagan– le respondí–. ¿Por qué me preguntas si estoy con Trump?
–Porque estoy sorprendido de ver tanta gente que parece sensata que está apoyándole — me replicó.
–Pues no –le respondí–. Hubiese querido que el candidato republicano fuera Rubio o incluso Kasich, pero no llevan esa dirección las primarias.
Dicho lo anterior, fui uno de quienes pensó que la precandidatura de Trump perdería fuerza cuando llegara el “supermartes”. Pero pasó el día y en vez de ello ha ido consolidándose a pesar de tener al “establishment” del Partido Republicano en su contra; o quizá, dado el desencanto de los estadounidenses con su gobierno y a que el magnate se ha venido proyectando como un “outsider”, sea esta la razón por la cual continúa liderando las encuestas de las primarias republicanas. Y muy a pesar de las cosas que ha venido expresando y a que su propuesta de “hacer América (Estados Unidos) grande de nuevo” no ha sido explicada. Algo así como las “nuevas ideas” de la Rousseff en su campaña de reelección.
Sigo pensando que no se puede ganar una elección a nivel nacional en los Estados Unidos sin el apoyo de las minorías. O para decirlo de otra forma, con la mayoría de votantes anglo –con solo “white America”–. Con ocasión de la muerte de Nancy Reagan escuché a “hispanos” en California expresar su respeto y su agradecimiento a los Reagan, destacando que fue durante la Presidencia del “Gran comunicador” que se aprobó la amnistía migratoria en la Década de los Ochenta. California era entonces un estado que votaba republicano hasta que llegó como gobernador Pete Wilson, quien con su propuesta migratoria alejó desde entonces para su partido el voto latinoamericano.
Siendo Estados Unidos un país de leyes, nadie les pide hacerse los desentendidos con el respeto a su legislación vigente, pero como están viendo los europeos, mientras peor se vuelve la situación en el norte de África, más refugiados llegan a sus costas. No creo que un gran muro, tipo la Gran Muralla china y que sea pagado por México, sea la solución. Mejor será continuar la cooperación al “Triángulo Norte” para recuperar la tranquilidad, ya que en circunstancias normales la gran mayoría de personas queremos vivir, reproducirnos y morir en el terruño que nos vio nacer, sin convivir por supuesto con la interminable violencia que por ahora sufrimos.
Al recordar la reforma migratoria de Reagan, se vuelve la obligatoria pregunta de qué hacer con los doce millones de personas que se calcula viven en este momento sin documentación legal en los Estados Unidos. Pero también es cierto que los anglo, en especial la clase obrera y los que se la están pasando mal, están hartos de haber venido perdiendo su tradicional nivel de vida. Es ese descontento el que parece estar captando el billonario Trump. Éste por lo menos hacer negocios sí sabe, parecería decir mucha gente, porque obtiene importante ventaja en las encuestas frente a los demás precandidatos ante la pregunta de a quién de ellos considera el más capaz para manejar la economía.
En cuanto al liderazgo internacional, ha habido otros líderes con mayor protagonismo que el estadounidense durante los últimos años. Pero tampoco se puede ni se debe antagonizar con tantos pues se vuelve imposible ganar la guerra global contra el terrorismo sin una buena cantidad de aliados.
La gran paradoja es que las encuestas han venido mostrando mayores posibilidades de los otros aspirantes republicanos que del Sr. Trump ante Hillary Clinton.
Veremos qué sucede de acá a las convenciones partidarias de los próximos meses.
*Director Editorial
de El Diario de Hoy.