Pagando pecados

Confiamos que Doña Justicia hará que los acusados, si  se comprueba su inocencia, sigan gozando de su sagrada libertad, y si son encontrados culpables, que paguen sus pecados. 

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El agente Carlos Arriola, de 30 años, tenía un año y medio de visitar la colonia El Morral, donde lo asesinaron.

/ Foto Por Francisco Campos

Por Carlos Alfaro*

2016-03-18 9:37:00

Lo confesé al padre Abad, de la capilla de mi vecindario, y lo confieso ante ustedes: He robado. Más por presión de la primada que por convicción personal, pero he robado. ¡Es que uno de cipote es tonto!

Levante la mano quién recuerde el súper América. Estamos hablando de mucho antes de la explosión de Selectos y su competencia extranjera. Supermercado moderno, ubicado cerquita de Omnimotores, distribuidor de BMW, mucho antes de Excel, frente a El Salvador Travel Service, mucho antes de que las agencias de viaje dejaran de ser negocio.

No era tan rascuache el América; con productos importados, incluyendo la revista Playboy, envuelta en plástico atrás de la cajera.
Pues Calín El Travieso, con la ayuda de su primo el Cacique Lorenzana, decide meterse la última edición de la revista entre su jeans y calzoncillo. Muy mal hecho.

No se necesitaban cámaras para detectar la picardía. Bueno sí, pues la gerente, mientras ubicaba a nuestros papás, nos encierra en la cámara refrigerada, para que se nos bajara la calentura, junto a un montón de pollos congelados. ¡Brrrrrrrr!

Fúrica llegó la tía Julita, quien nos sacó de las orejas prometiéndole a la gerente que nos iba a poner en juicio. Directo adonde el padre Abad, y después donde el tío Quique quien, consciente que podíamos delatar su propia colección de Playboy, solo dijo “¡Treemeendo, Carlosss Antooonioooo”!…

Las palabras sabias del padre, su penitencia (y el murmullo de complicidad del tío), fueron suficientes para pagar nuestro pecado, quedando claro que si queremos algo, debemos trabajar para lograrlo.

Aprendimos que robar es violar un mandamiento. No importa que sea una revista o una millonaria comisión, el que peca paga pues, tarde o temprano, salen los trapos al sol.

En política, están saliendo más temprano que tarde. Veamos:

Loquito quedó el pana Madurito, por hablar con pajaritos, y vivir como Reycito, abandonando a su pueblito, por lo que está colgado de un hilito.

En un país tropical, la ola de Rinso que cayó sobre Petrobras, está lavando los trapos chucos de muchos, entre los que destacan Lula y Dilma.
En la tierra del Santo Padre, Maradona y Gardel, apareció un trapo apestoso, bordado con una K mayúscula, claro ejemplo de lo que sucede cuando los políticos saborean la miel del poder por más tiempo del estipulado.

Al primer presidente indio de Bolivia, su sueño de eternos cántaros de miel se le frustró en un reciente pulso del SÍ contra el NO, para ver si empaca maletas en el 2019, o se queda hasta el 2025. A empacar se ha dicho, expresó el pueblo, harto de sus movidas, incluyendo contratos millonarios a cambio de sexo. ¡Qué pícaro!

Hablando de contratos, al bote el publicista brasileiro, manager de la campaña de Dilma (y la de Funes), por jugosos retornos, como los que recibió de los contribuyentes salvadoreños por manejar toda la publicidad del gobierno. ¡Qué pecado!

En nuestro jardín trasero, el de la eterna primavera, Otto el pecador, junto a su vice Baldetti, no pueden contra las pruebas, ni la vox populis, y ¡Al bote, vos!

Por la gracia de Dios, los tambores de Doña Justicia repican también en este lado del cerco. Y repican duro gracias a la percusión de varios magníficos.

No quisiera estar en los zapatos de los expresidentes, pero ¡sí en los de sus abogados!

Broma aparte, mucho trapo mugre que lavar.

Preparémonos para el circo. Excelentes oradores, más mentirosos que Pinocho, el cuento de la autopista más cara del mundo, el del señor que se rompió la cadera amarrándose el Bally, el destino de los saquitos de Taiwán, misteriosos viajes jet set, mansiones tipo Monopoly, ¡y mucho más!

Al final de la función, confiamos que Doña Justicia hará que los acusados, si se comprueba su inocencia, sigan gozando de su sagrada libertad, y si son encontrados culpables, que paguen sus pecados.

¿Usted qué opina?

*Colaborador de El Diario de Hoy.
calinalfaro@gmail.com