Magna Carta: la celebración de un gran pedazo de pergamino [PARTE III de III]

“Cuando Adán cultivaba la tierra y Eva trabajaba con la roca: ¿Quién, entonces, era el gentleman?” [Consigna de la Insurrección Campesina de 1381 en Inglaterra]

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Imagen de la insurrección de los campesinos de 1381. 

/ Foto Por Internet

Por Katherine Miller

2016-03-19 6:48:00

Hemos visto que Magna Carta fue un tratado de paz sellado en 1215 entre el rey y los barones que habían hecho un juramento para la reparación de sus agravios personales, y que además reforzaron su demanda con la toma militar de la ciudad de Londres como fianza para asegurar el cumplimiento del mismo por parte del Rey.  

El punto álgido plasmado en este gran pedazo de pergamino era el cobro de impuestos a los barones porque el erario del estado se encontraba vacío y el Rey intentaba llenarlo exigiendo impuestos arbitrarios. 

Tres meses después, pasó lo inevitable: el rey Juan de Inglaterra y el papa Inocente III, ambos, repudiaron Magna Carta. Irrumpió una guerra civil, Inglaterra fue invadida por Francia y el rey Juan murió. 

Un año más tarde, el Parlamento reconfirmó este famoso documento como principio de derecho y el papa Honorius III promulgó una nueva versión que no contenía la provisión de los 25 barones para que pudieran requerir por fuerza que el Rey reconociera las provisiones del documento.

 Para no azotar un caballo muerto, no repasaremos la liturgia de las protecciones del debido proceso, habaeus corpus y juicios legales por pares del acusado plasmados en Magna Carta por los siglos de los siglos.  Buscamos, mejor, lo más interesante de sus progenitores en la historia política y literaria que se desprendió, río abajo, de este gran pedazo de pergamino.  

Hasta 1642 (la Guerra Civil Inglesa), el contenido de este documento fue metamorfoseado en un arma contra el cobro de impuestos por el gobierno del Rey contra los barones, que resultó en insurrecciones y leyendas.  Pero, durante la Guerra Civil Inglesa, el Parlamento se autodenominó como vocero de las libertades de ciertos sectores de la población, citando Magna Carta.  

La versión parlamentaria de Magna Carta, inmediatamente antes de la Guerra Civil Inglesa, que, según el Parlamento, elevó argumentos revolucionarios a favor de la soberanía del Parlamento que se presentó como representante de la población, en contra del Rey, se constituyó en corte de derecho para enjuiciar el Rey por traición y ordenó la ejecución del rey Carlos I en 1649, unos 150 años antes de la ejecución, por guillotina, del rey Luis XVI durante la Revolución Francesa.

Regresando a la Magna Carta de 1215, debemos tomar nota de que los barones provenían no solo del norte de Inglaterra.  Allí también, encontramos, un tal Robin Hood, luchando con su banda de gente alegre e ilegal en el bosque de Sherwood. Además, un crónico lo menciona como parte de la insurrección liderada por Simon de Montfort.  

En los Assizes de York, este mismo Robin de Locksley tenía confiscados sus bienes y se convirtió en un bandido luchando contra el rey Juan. Este es el mismo Robin Hood mencionado, junto con Maid Marian, en la Iglesia de Santa María Magdalena en Yorkshire, construida en la Inglaterra católica del siglo XII por un tal Robert de Lacy, cuyo hijo fue escogido en 1215 como uno de los 25 barones que requirieron que el rey Juan cumpliera con las provisiones de Magna Carta.  Robin Hood, se dice, luchó junto con Robert de Lacy en los esfuerzos insurreccionarios de los barones del norte.

Robin Hood, entonces, con su banda de gente que vivía ilegalmente en los bosques, representaba a la gente rural que se oponía al mismo rey Juan.  Robin Hood fue aliado de la familia de Lacy, asociada con los barones que reforzaron Magna Carta contra el rey Juan.

Una de las leyendas escritas reza que Robin Hood, una vez, rehusó retirarse de la celebración de una misa, aunque fue informado de que estaban llegando los hombres armados del Rey.  Y ganó la batalla contra ellos, dicen, por su piedad al no abandonar la misa.  Acuérdense que Inglaterra fue católica durante 900 años.

La gran Revuelta de los Campesinos de 1381 fue una reacción, así como Magna Carta, contra los altos impuestos arbitrarios del Rey—esta vez, del rey Ricardo II.  Da la casualidad de que el Arzobispo de Canterbury, Simon Sudbury, quien también era Canciller del Rey, declaró a los insurreccionados que el gobierno estaba casi en bancarrota y necesitaba 160,000 libras esterlinas para mantenerse a flote.  Los rebeldes, en el momento de este pronunciamiento del Canciller, derrocaron al Arzobispo.

Se dio un pánico moral nacional, porque los aristócratas del gobierno temían que los sirvientes iban a insurreccionarse contra los amos en una conspiración y traición de morales, costumbres y leyes.  Bajo Wat Tyler y John Ball, se levantó un movimiento nacional contra la recolección del “poll tax”, un impuesto por cabeza (“poll” significaba “la parte encima de la cabeza” en el inglés del siglo XIV.  Contar los “polls” de una aldea era una manera de medir cuántas personas tenían que pagar el impuesto).

Los insurrectos entraron a Londres, quemaron los archivos que documentaban sus deudas e impuestos, en la Universidad de Cambridge y en Corpus Christi College, ambos privilegiados por el Rey.    Como resultado, la universidad fue forzada a negociar y a renunciar a los privilegios otorgados por el Rey.  Fueron asesinados oficiales reales.  Los insurgentes atacaron la Torre de Londres.  El Rey, quien tenía 16 años en 1381, salió, muy galán ante la turba y negoció con ellos; prometió las reformas que pidieron.  Pero, dio vuelta y, enseguida, ordenó una masacre de los insurrectos congregados frente a él.

La Insurrección de 1381 duró un año a nivel nacional, y ganaron la abrogación de los “poll taxes” y lograron que se no decretaran nuevos impuestos.  

No solamente la historia, si no que la literatura del siglo XIV rinde honor a los que participaron en la Insurrección de 1381.  William Langland, poeta inglés contemporáneo con Geoffrey Chaucer, escribió el enorme poema político, La Visión de Pedro el Labrador (ca. 1367) en el que incluye recuentos de los peregrinajes de esta gente rural que sufrían por los altos impuestos y otros abusos, y buscaban la Verdad Social, en el poema, bajo el liderazgo de Pedro el Labrador, con la ayuda de la Santa Iglesia y un personaje que representaba la Conciencia y otro que se llamaba Razón.  Son resonancias de los tiempos turbulentos que desembocaron en la Insurrección de los Campesinos en 1381, herencia de las revueltas que siguieron los acontecimientos de Magna Carta.

Hay que mencionar que Geoffrey Chaucer, contemporáneo, en 1381, de estos eventos, no dice ni una sola palabra de los mismos en sus famosos poemas como Los Cuentos de Canterbury, pues, vivía como poeta de la Corte del rey Ricardo II.

Así que, además de la herencia legal de Magna Carta, el momento en que fue firmado en Runnymeade en 1215, fue la ocasión para el desprendimiento de eventos históricos y literarios, informados por el contenido de este pedazo grande del pergamino, que era, encima de todo, un tratado de paz negociado. FIN