Cofradía del Niño Jesús, herederos de una tradición

Más de 20 niños pertenecen a la Cofradía del Niño Jesús, y tienen como misión cargar sobre sus hombros una pequeña anda, donde cargan la imagen de un pequeño Jesús con rasgos angelicales.

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San Salvador 11--03--16 / Foto Por Lisseth Monterrosa

Por Thelma Bruno Bareiro

2016-03-21 5:04:00

El grupo de niños cargadores se formó hace una década, por iniciativa del sacerdote  José Escobar y de Eliseo Merino, actual presidente de la Asociación del Vía Crucis de la iglesia El Calvario, en  San Salvador.

“La agrupación se creó como una sección anexa, para incorporar a los infantes, ya que dentro de la Asociación, los estatutos no permiten que  los chicos realicen labores de adultos”, narra Merino.

Previo a la Semana Mayor,  cada Viernes de Cuaresma, los pequeños asisten al recorrido procesional que se realiza  en la tarde, desde la iglesia La Merced, hasta la calle que albergó a la Iglesia San Esteban, para luego trasladarse sobre la Calle de la Amargura, hasta llegar a la Iglesia  El Calvario.

Son niños con edades entre  los 4 y 15 años; algunos tienen una estatura que no sobre pasa los 50 centímetros, pero sobre sus diminutos hombros,  cargar “el andita”, de un peso aproximado de 15 libras, porque está elaborada en durapax, donde llevan la  imagen del  Niño Jesús Nazareno.

En otra estructura similar,  al cortejo  se suma la imagen de la Virgen María,  bautizada con el nombre de María Santísima de las Angustias, por la persona que la donó, pero  los  infantes la rebautizaron como “La Niña”, ya que es una imagen bastante diminuta.

Durante el trayecto se hacen acompañar por lo general de sus madres, quienes les ayudan para alzar y descargar el anda, ayudados de unas horquillas que sostienen en su mano, elaboradas con una vara de hierro y en la punta un gancho en forma de “U”,  la cual utilizan para apoyar el anda mientras descansan.

Los protagonistas
El grupo que conforma la Cofradía  del Niño Jesús, es dirigido por  un líder,  dicho cargo recae sobre Oscar Romero Caravantes, un joven de 14 años, quien  por su dedicación, ha sido designado con el puesto. 

Él está pendiente de ir en las procesiones, organizando el avance del anda  y  la rotación  de los cargadores, ya que se les brinda la oportunidad a todos los  niños para que ayuden con el  traslado de las imágenes en la procesión.

“Soy muy afortunado de ser parte de este grupo,  siento una emoción muy especial y tratamos de hacer las cosas lo mejor posible y con todo respeto para el Señor”, expresa Caravantes, quien con emoción también manifiesta que durante todo el año esperan con anhelo la llegada de la Semana Santa.

Otro de los niños que siempre es puntual a la cita, es Jesús Antonio García, de 8 años de edad, quien el cuarto Viernes de Cuaresma se trasladó  en bus desde San Jacinto, junto a su mamá, para estar a las 3:00 de la tarde en las bancas de la iglesia La Merced, a la espera que inicie el Vía Crucis.

Jesús, llegó ataviado con una camisa blanca y pantalón azul  y se mostraba impaciente por comenzar, “estoy contento porque voy a cargar, cuando sea grande quiero llevar  el anda grande”, dijo emocionado. 

La características que distingue a la Cofradía, es que todos pueden formar parte del cortejo, no es necesario ser socio para cargar, solo debe unirse a la procesión y esperar turno.

 Así lo hizo Valeria Hernández de 6 años, quien acompañó por unas cuadras el anda que luego cargó  junto a otro grupo de niños.

El Viernes Santo
Eliseo Merino, explica que para el día más solemne de la Semana Santa, el Viernes Santo,  los varones que integran de manera oficial la Cofradía, visten de pantalón negro y camisa blanca manga larga, mientras que las niñas usan una vestimenta negra.

“Tratamos que la indumentaria de ese día sea la más adecuada, pero no es requisito, los  niños  que no son de la cofradía pueden cargar la imagen, sin importar la forma como van vestidos”, detalla Eliseo Merino.

La concurrencia fija su atención en los niños quienes además de ser protagonistas de la Semana Mayor, también “cargan” la responsabilidad de no dejar morir esta tradición, sino más bien de hacerla crecer.