El primer contenedor de café gourmet o especial proveniente de la finca La Buena Esperanza en el cerro Cacahuatique, en Morazán, cautivó el paladar de los más exigentes compradores del grano en Mannheim, Alemania, donde ha llegado un contenedor negociado el año pasado.
“Efectivamente, es el primer embarque negociado desde el 2015. Ese es el primer cargamento de café exportado desde El Salvador a Alemania por la marca BeCoffee (Café Buena Esperanza)”, comenta Andrés Quintanilla quien es el productor del grano y se encuentra en Alemania mostrando los atributos del grano, en conjunto con el Dr. Steffen Schwarz (de la empresa Amarella Trading), reconocido experto en Alemania y en toda Europa en la industria de cafés especiales.
Los compradores de café de Amarella Trading se encuentran en Alemania y otros lugares de Europa.
El joven caficultor con el apoyo de Amarella Trading está desarrollando diferentes degustaciones en eventos denominados “Meet the farmer” (conozca al agricultor), para explicar de primera mano los atributos de su café.
Quintanilla se encuentra en Alemania, además, especializándose con el experto Schwarz en genealogía del café, que incluye el proceso, tostado, catación y barismo.
“Estamos incursionando y mostrando las virtudes de nuestro café especial en variedades Bourbón y Pacamara para abrir mercado en el rubro de los cafés especiales que es muy exigente en el mercado internacional”, explicó Quintanilla.
Visita a El Salvador
Los expertos y comparadores alemanes a principio de este año visitaron la finca La Buena Esperanza, en el cerro Cacahuatique, en Morazán, El Salvador, para conocer las estrictas condiciones de cultivo, recolección y procesamiento del grano.
Los alemanes ya habían tenido contacto con el café que produce Andrés Quintanilla desde finales de 2014, gracias a la participación de ferias especializadas de café en ese país europeo, por lo que decidieron evidenciar las condiciones de cultivo y producción.
Café de generación en generación es BeCoffee
“Mi bisabuela Amalia de Quintanilla compró y sembró la propiedad en 1924. Mi abuelo René Quintanilla y sus hermanos continuaron procesando el café e instalaron un beneficio”, comenta Andrés.
“Mi padre (Carlos Quintanilla) se enfocó en renovar toda la finca y en aumentar la producción para mantenerla estable; y luego yo he comenzado a especializarme para darlo a conocer como café gourmet y comercializarlo, siguiendo la tradición de mi familia”, agrega.
La finca La Buena Esperanza fue nombrada así por la bisabuela de Andrés, Amalia de Quintanilla, en 1924, por ser devota del Jesús de la Buena Esperanza, o el Señor de La Buena Esperanza.