En cuatro hechos diferentes, las autoridades registraron la muerte de seis presuntos pandilleros que se enfrentaron a balazos con la Policía.
Los incidentes fueron registrados entre la tarde del jueves y la tarde del viernes.
En el primer ataque murió un integrante de la pandilla 18 en el cantón Los Gramales, en Caluco, Sonsonate. Las autoridades no lo identificaron.
Horas después, en la playa Amatecampo, en el cantón del mismo nombre, situado en San Luis Talpa, La Paz, fueron ultimados René Arnulfo Saravia y Salvador Elías Medrano Martínez.
La Fiscalía General informó que ambos eran integrantes de la Mara Salvatrucha.
Un día antes, cerca de ahí, en la colonia El Milagro, de San Juan Talpa, dos miembros de la pandilla 18 revolucionarios también perdieron la vida cuando intentaban asesinar a unos militares de la Fuerza Naval.
Mientras que la madrugada de ayer, un grupo de delincuentes de la Mara Salvatrucha irrumpió en un terreno privado, localizado en la isla de Méndez, en la bahía de Jiquilisco, Usulután.
Cuando los oficiales llegaron al inmueble, fueron recibidos a balazos. Los agentes mataron a José Cañas y a José Ricardo Gómez González; el resto de atacantes logró escapar de la zona.
Fuentes policiales informaron que los dos hombres eran cabecillas de la pandilla y los buscaban desde hace varios meses para que respondieran por diferentes delitos.
Según las autoridades, en la escena fueron encontradas una pistola y un fusil, armas con las que Cañas y Gómez atacaron a los agentes.
En un hecho similar, otro integrante de la mara salvatrucha fue ultimado por policías en el caserío Quesera Abajo, del cantón Llanitos, en Ilobasco, Cabañas.
Marvin Ernesto Arias, de unos 25 años, estaba oculto en una casa abandonada, desde donde disparó contra los agentes. Estos repelieron el ataque y le quitaron la vida, según las autoridades.
Se presume que era jefe de la estructura delictiva.
En el mismo caserío donde fue cometida esta balacera, el 15 de marzo pasado fueron asesinados a balazos el presidente de la comunidad El Calvario, José Ayala García, y sus hijos Douglas Armando y Andrés Vladimir. Ambos rondaban los 20 años.
En esa ocasión, las autoridades informaron que el ataque contra los García habría sido cometido por pandilleros que delinquen en la zona, en venganza porque los jóvenes se negaban a ser mareros.
La otra hipótesis que se escuchó en la zona es que los delincuentes mataron a Ayala porque sospechaban que era informante de la Policía.
Las autoridades han señalado que los ataques contra policías y militares son parte de una estrategia de las pandillas de atentar de otra manera contra las instituciones encargadas de velar por la seguridad pública.
Algunas órdenes de atentar contra las autoridades las hacen los cabecillas de las pandillas desde diferentes centros penitenciarios.