Un primer paso hacia la libertad en Cuba

La administración de Obama no la tiene fácil, pues nada que pueda hacerse desde la diplomacia tendrá los resultados contundentes e inmediatos que tantos desearíamos para el torturado pueblo cubano.

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Foto Por EDH

Por Cristina López*

2016-03-27 5:28:00

¿Qué tienen en común el presidente estadounidense Barack Obama y el presidente salvadoreño Sánchez Cerén? Fuera de que los votantes en sus respectivos países les hayan delegado la banda presidencial, muy, muy poco. Aunque después de la semana pasada, tienen en común una cosa más: ambos han visitado Cuba. A diferencia del mandatario salvadoreño, al presidente Obama no lo llevó a Cuba el temor ideológico reverencial que atrae a Sánchez Cerén como mosca a la basura, sino los cambios que finalmente empiezan a verse en una política fracasada de más de medio siglo.

Muchos critican que la visita y el inicio de “normalización de relaciones” (el eufemismo gubernamental para hablar del nuevo acercamiento a Cuba) simplemente legitima al régimen de los Castro, y que de nada sirve si no va acompañado de un mayor apoyo a los disidentes. Sin embargo, no se llegó en un día al estado en el que se encuentra Cuba y la apertura tomará un tiempo también. Afortunadamente el régimen de los Castro se encuentra ya en cuidados intensivos: citando al ingeniero en sistemas cubano Eliecer Ávila, “el totalitarismo es incompatible con el internet”.

El régimen castrista simplemente no encaja con un mundo interconectado donde el internet tumba barreras, democratiza e iguala.  El régimen lo sabe, y por eso se esfuerza por limitar al máximo las posibilidades de los cubanos para tener acceso a internet.  Las ofertas de Google para contribuir y generar la infraestructura necesaria para conectarse dentro de la isla han sido negadas por parte del gobierno. Por el momento, en el espíritu hipócrita de comenzar la apertura, el régimen ha permitido una serie de espacios de WiFi, pero para conseguir una hora de internet sin censura es necesario, en primer lugar, un aparato electrónico, de difícil acceso con los sueldos cubanos. Segundo, una “tarjeta” de internet, que cuesta cerca de $2 dólares y que contiene un código individual para la conexión. La tarjeta es, al final, la mayor barrera de entrada que termina controlando el gobierno. De manera completamente arbitraria, pueden decidir que las tarjetas “se han terminado” y simplemente, no venderlas.

 La administración de Obama simplemente no la tiene fácil, puesto que nada que pueda hacerse desde la diplomacia tendrá los resultados contundentes e inmediatos que tantos desearíamos para el torturado pueblo cubano. Sin embargo, sí hay elementos positivos en que se empiece a reconocer que el embargo no es una solución, y que solo ahoga más a la ciudadanía ya empobrecida. Que no ha servido para tumbar al régimen y que complace políticamente solo a los afortunados que han logrado emigrar salir de Cuba. Que en realidad, le da un arma argumentativa a los hipócritas castristas, pues les regala un chivo expiatorio para no responsabilizarse de la miseria que le han impuesto a su gente. Y en base a esos avances positivos es que debería juzgarse la visita de Obama. De la miseria y la opresión tienen la culpa el medio siglo de los Castro, no la política estadounidense: ¿cómo esperar que sean las decisiones de una administración lo que la solucione de golpe y porrazo?

La esperanza está que los primeros pininos de apertura alivianen en algo la ahogada situación de la sociedad civil cubana y que la atención que el mundo le ha dado a la isla – que a veces tendemos a olvidar de manera completamente negligente los afortunados que gozamos del mundo libre – sirva para darle voz a la opresión que padecen los cubanos. 
 

*Lic. en derecho de ESEN con maestría en Políticas Públicas de Georgetown University. Columnista de El Diario de Hoy.
@crislopezg