El tango y el béisbol, la nueva política exterior de Estados Unidos

Obama usó el béisbol como instrumento diplomático para acelerar el deshielo en Cuba y se atrevió a bailar tango en Argentina sin dejar de abanderar los derechos humanos.

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Barack Obama y Raúl Castro disfrutan de un partido de béisbol en Cuba.

/ Foto Por EFE

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2016-03-28 9:45:00

BOGOTÁ. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, concluyó esta semana una gira tan histórica como simbólica por Cuba y Argentina, que le ha valido para ganarse al pueblo latinoamericano y revertir en parte la imagen que tiene el gigante norteamericano de actor injerencista en la región.

Más que una visita de Estado a los presidentes de Cuba, Raúl Castro, y de Argentina, Mauricio Macri, el objetivo del mandatario estadounidense ha sido el de reconciliarse con Latinoamérica con discursos que han apelado a sus ciudadanos.

También hubo tiempo para un “mea culpa” por la política intervencionista que llevó a cabo Estados Unidos en muchos de los países de Latinoamérica durante la Guerra Fría, cuando la potencia norteamericana y la extinta URSS imponían su ideología en todos los rincones del mundo.

“Las democracias deben tener el coraje de reconocer cuando no hemos estado a la altura de los ideales en los que creemos, cuando hemos tardado en hablar en favor de los derechos humanos, y ese fue el caso aquí”, sostuvo Obama en un discurso que ofreció en Buenos Aires junto a Macri, el mismo día en el que se cumplían 40 años del golpe militar de Jorge Videla.

A EE. UU. se le señala de haber sido cuanto menos condescendiente con las dictaduras militares en América Latina durante la década de los setenta y ochenta.

La nueva era

El color rojo daba alergia por entonces en EE. UU. y con esta filosofía surgieron los regímenes de Augusto Pinochet en Chile (1973-1990), Alfredo Stroessner en Paraguay (1954-1989), Hugo Banzer Suárez en Bolivia (1971-1978), Jorge Videla en Argentina (1976-1981) y otras juntas militares declaradas anticomunistas en Centroamérica. En este marco se dio la Operación Cóndor en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, cuyos servicios de inteligencia se coordinaron para la represión y exterminio de izquierdistas, con el conocimiento de la Secretaría de Estado de EE. UU., que entonces dirigía Henry Kissinger.

Estados Unidos se ganó a pulso el papel de potencia opresora, algo que Obama ha querido cambiar con sus visitas a Cuba y Argentina, consciente también de que el socialismo del mandatario venezolano, Nicolás Maduro, de la brasileña Dilma Rousseff, del boliviano Evo Morales y del kirchnerismo en Argentina se tambalea.

El mensaje de Obama fue el mismo en los dos países: es el inicio de una “nueva era” basada en el establecimiento de una política exterior “más madura”. En la Cuba de la reconciliación y el deshielo, donde no había pisado un presidente “yanqui” desde hace casi 90 años, Obama se reunió con los disidentes y vio béisbol con Castro. En Argentina, paseó la bandera de los derechos humanos y también bailó tango. —EFE