MÉXICO. Nicasio Aguirre Guerrero desapareció el 4 de septiembre de 2014 después de ordenar la paliza a la reportera Karla Silva. Ayer, 19 meses después, fue detenido y trasladado a una prisión de Guanajuato.
Aguirre era entonces director de la policía de Silao, un municipio del Bajío mexicano de apenas 173,000 habitantes, y su misión fue ejecutada por otros tres sicarios: dos matones perpetraron el ataque mientras un tercero esperaba en su auto. “Bájale de huevos a tus notas”, le dijeron a la periodista tras golpearle en el rostro y el cuerpo con un metal.
La imagen de la reportera de 24 años con la cara descompuesta y cubierta de sangre causóó una fuerte reacción del gremio periodístico, que salió en su defensa, y pronto las miradas apuntaron hacia el alcalde, el priísta Benjamín Solís Arzola.
El exregidor, que concluyó su mandato en octubre, fue arrestado este mismo mes por su presunta responsabilidad en el ataque.
Silva había trabajado como asesora de prensa con la administración local anterior, del derechista PAN, y las noticias que publicaba en El Heraldo de León molestaban por su tono crítico a la nueva dirección municipal: “Baches frente a escuelas dan pésima imagen”; “Coladeras adornan pero no funcionan”; “Temen a los asaltos debido a oscuridad”, decían sus últimos titulares.
En el mes previo, Aguirre aparecía mencionado solamente en una de sus crónicas. En ella, Silva criticaba la dejación de funciones de la policía al consentir que varias empresas de seguridad privada operasen sin contar con los permisos necesarios.
Aguirre, según la Procuraduría de Derechos Humanos de Guanajuato, en 2009 fue investigado por casos de tortura a detenidos en 2005 y 2007. Apenas una semana después de la agresión, la Fiscalía confirmó el arresto de los autores materiales y la búsqueda de Aguirre como presunto responsable intelectual.