“En sus zapatos” ¿qué te recuerda esta frase?

¿Cuántos no hemos escuchado esta frase y lo que conlleva? Los seres humanos necesitamos convivir con otros, ser de alguna manera aceptados por quienes nos rodean. En el fondo todos necesitamos esa aprobación; algunos más que otros.

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elsalvador.com

Por Claudia Daher

2016-03-08 8:00:00

Es muy difícil encontrar alguien a quien no le importe realmente lo que opina el resto del mundo. No digo que no los haya, pero son bastantes escasos. Esto nos deja con una sociedad bastante imponente que dicta lo que se supone debemos hacer o no, y lo que se espera de nosotros en diferentes circunstancias. Mientras nos comportamos de manera coherente con lo que dicta esa sociedad, entramos medianamente en la normalidad, concepto muy subjetivo por cierto, pero del que muchos asumen autoría.

¿A qué me refiero? A que no importa en cuál ambiente te desenvuelvas. En los diferentes roles que desempeñes en la vida, siempre hay jueces y juzgados. Siempre hay una directiva que te dice de alguna manera si lo estás haciendo bien o mal; es decir, siempre estamos bajo la lupa de alguien… Conste que no es paranoia, es una realidad.

Desde pequeños nuestros padres son esos jueces que además nos acompañan a lo largo de la vida. Son ellos quienes nos establecen algunos parámetros por los cuales nos debemos guiar para ser más o menos normales, incluso cuando ellos no están de acuerdo con algunas de las reglas tácitamente impuestas, ya sea por la sociedad o por la religión que profesemos. Y es que si no fuera así, sería un gran caos. Eso lo entiendo.

EN EL PAPEL DEL VERDUGO

Convivir en sociedad conlleva algunos sacrificios en pro de la comunidad y del orden, cosa con la que estoy de acuerdo. Con lo que no comulgo mucho es en cómo nos hemos adueñado algunos –y me incluyo aunque haciendo un gran esfuerzo por dejar esta costumbre– del papel de jueces.

Todos, absolutamente todos en algún momento, nos hemos convertido en verdugos de alguien, de cualquier ser humano que de alguna manera no haya, en algún momento, cumplido con nuestros estándares de lo que se debe o no hacer.

Es tan fácil mirar el toro desde la otra barrera, ¿verdad? Juzgar sin conocer y opinar sin saber es además un deporte universal. Todos de alguna manera lo hemos practicado y, además, convencidos de que somos los mejores.

TODOS SON OBJETO DE JUICIO

¿Por qué creemos que tenemos el derecho de juzgar y condenar? Mujeres, hombres, adolescentes, ancianos y hasta niños, todos son objeto de juicio porque han cometido un error o porque simplemente no entendemos sus razones para comportarse de cierta manera, porque no conocemos sus motivos, no sabemos qué han vivido, ni cómo lo han vivido.

Porque no nos gusta la manera en la que actúan, cómo se visten, cómo son, aunque eso no nos afecte; simplemente porque no concuerda con lo que pensamos.

Por qué no lo aprobamos, por qué no nos parece, porque es mas fácil, porque simplemente no nos ponemos en sus zapatos… ¡Solo piénsalo!

Conductora de radio y televisión y colaboradora de revista Mujeres.