Al oír la palabra “discusión” no surgen muchas asociaciones positivas. En general, representa enojo, frustración, malestar, obstinación, etc. Esto se da sobre todo en el caso de las discusiones y las parejas casadas.
Pero en realidad, no podría ser más cierto lo contrario. Sí, es verdad que hay determinados tipos de discusiones o de peleas que nunca deberían producirse en un matrimonio saludable. Sin embargo, un nuevo trabajo científico constató que existen ciertas técnicas y métodos que implementan las parejas duraderas cuando discuten que a la larga generan una relación más sana y prolongada.
La importancia de comprender
Según Serena Chen, profesora de psicología y profesora en la Universidad de California en Berkeley, sentirnos comprendidos, independientemente de que tenga asidero en la realidad, puede resultar sumamente bueno para el bienestar general.
Esto se traduce en que, más allá del tipo de discusión que usted esté teniendo con su cónyuge, en tanto ambos sepan de dónde viene el otro, la discusión será productiva, no destructiva. Lo cual significa que aunque pueda disentir con el punto de vista de su marido o de su mujer, escuchará lo que diga atentamente y tratará de tomarlo a pecho y pensar al respecto.
Estabilizar una situación inestable
En otro trabajo realizado en la Universidad de California en Berkeley y el Instituto Gottman, el psicólogo Robert Levenson, Gottman llevó a cabo un estudio a lo largo de 14 años que abarcó a 79 parejas casadas que vivían en el Midwest estadounidense.
Uno de los rasgos que identifica a las parejas que permanecieron unidas durante todo ese período fue que cuando comenzaban a discutir, por cualquier razón que fuera, se aseguraban de comunicarse abiertamente y discutir el problema apenas acababa de ocurrir.
El estudio comprobó que las parejas que esperaban y rumiaban sus emociones negativas tenían más probabilidades de separarse en algún momento porque cuanto más esperaban más fuertes y duras se volvían las emociones creadas en la discusión.
Escuchar y no gritar
Algo que reveló el estudio fue que un hábito en las parejas que se divorciaron era que en la mitad de las discusiones tendían a menospreciar la opinión de su cónyuge o decirle que estaba en un error o no tenía lógica.
Por otro lado, las parejas que se mantuvieron juntas no insertaban su opinión mientras sus cónyuges trataban de explicar su posición y admitían cuando estaban equivocadas y señalaban que la otra parte podía tener razón.
La clave de todas estas conclusiones provenientes de estudios diferentes es que las discusiones reales no tienen por qué ser algo malo en un matrimonio; de hecho, cuando se aplican estas técnicas, las discusiones pueden transformarse en una oportunidad para mejorar y crecer como pareja.
No siempre es fácil escuchar cuando uno siente que tiene absoluta razón y el otro está totalmente equivocado, pero lo fantástico es que ambos pueden aprender con el tiempo si se ayudan entre sí. Siempre valdrá la pena para la persona que usted ama.