MADRID. El nuevo panorama político español, caracterizado por la falta de mayorías, obligará a los partidos a dejar a un lado las “líneas rojas” y compromisos expresados durante la campaña, si quieren llegar a alianzas para favorecer la gobernabilidad,
Las elecciones del pasado domingo fueron ganadas por el gobernante Partido Popular (PP, centroderecha), con 123 escaños, frente a los 90 de los socialistas, 69 de Podemos (izquierda) y 40 de Ciudadanos (liberales). El Congreso cuenta con 350 diputados, por lo que la mayoría absoluta está fijada en 176 escaños.
Desde la misma noche de los comicios todos los líderes han puesto énfasis en que es preciso inaugurar una nueva vía de debate y diálogo con la perspectiva de acuerdos. Sin embargo, un vistazo a lo que unos y otros han dicho durante la campaña da pistas sobre la dificultad de las alianzas.
Eso a pesar de que las promesas hechas en campaña y escrito en los programas electorales nunca ha sido una verdadera guía para los políticos españoles y su incumplimiento, un reproche constante por parte de la ciudadanía.
Ayer, el ministro de Justicia en funciones, Rafael Catalá, subrayó que corresponde al PP la “legitimidad” de intentar promover una nueva mayoría e hizo hincapié en que es necesario mantener la estabilidad política, de las instituciones, de los mercados y del papel de España en Europa.
La hipótesis de una alianza PP-PSOE será probablemente la más respaldada por el mundo empresarial y económico, pero encuentra la dificultad de que no sería entendida con facilidad por todos los votantes socialistas.
Además, el momento más tenso de la campaña fue cuando en un debate televisado el socialista Pedro Sánchez dijo del presidente Mariano Rajoy que no era un político decente y éste le replicó que era “ruin, mezquino y miserable”, lo que deja en posición personal incómoda a ambos a la hora de hablar de pactos.
Por lo demás, la dirigente socialista Meritxell Batet reiteró la negativa de su partido a apoyar la investidura de Rajoy con el argumento de que el PP “es un partido que ha hecho mucho daño a España” y la “responsabilidad” del PSOE “pasa por no apoyar al PP”.
Podemos y otros pequeños grupos de izquierdas también rechazarían a Rajoy incluso en el supuesto de que contara con el voto favorable de Ciudadanos, cuya posición de partida es la de abstenerse.
Una alternativa es que Pedro Sánchez intente lograr el apoyo de Podemos y otras fuerzas minoritarias de izquierda y nacionalistas. Pero un elemento separa claramente a socialistas de Podemos y los nacionalistas catalanes de ERC (nueve diputados) y DIL (ocho): la pretensión de que los ciudadanos de Cataluña puedan decidir si quieren independizarse de España.
El PSOE defiende la unidad del Estado y rechaza esa eventual consulta, que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha puesto como condición básica para una alianza, por lo que uno u otro tendrá que olvidar su compromiso si quieren avanzar hacia un pacto.
En otros momentos los socialistas y los populares han contado con el respaldo de los nacionalistas moderados vascos y catalanes cuando no han tenido mayoría absoluta, pero ahora es difícil que esos dos grandes partidos puedan recurrir a ellos.