Sánchez se felicitó por la aprobación de nuevos impuestos, los que en parte se sabe que se van a mal administrar y despilfarrar, como viene sucediendo desde el previo y funesto gobierno del país.
Y para celebrar el acontecimiento, muy previsible en la era de las aplanadoras legislativas, Sánchez se fotografió repartiendo bolsitas de semillas a sus correligionarios.
Esos dineros, que con sacrificios, esfuerzo, inteligencia, buena administración y sobriedad contribuyen fabricantes, agricultores, comerciantes, profesionales, empresas de servicio, exportadores y lo que son los sectores de trabajo, es seguro que serían mejor invertidos y de mayor provecho para el país utilizándose por sus originales dueños, que por la burocracia de ineptos.
Las ganancias de las empresas de todo tamaño se invierten en ellas o nuevos negocios, pues solamente se consume una pequeña parte. Y al invertirse generan nuevo empleo, sostienen la competitividad frente a otros productores del interior o el exterior, contribuyen al bienestar abasteciendo de bienes y servicios a la población.
Con las ganancias –y al reducirse debido al saqueo fiscal eso se perjudica–, los entes productivos incorporan o actualizan la tecnología en uso, lo que redunda en eficiencia además de elevar las capacidades y conocimientos de quienes aplican esa tecnología.
Y poder acceder a tecnología punta es vitalmente importante frente a productores de otras regiones o países. Y una causa de la creciente brecha económica entre El Salvador y el resto de países centroamericanos, es precisamente esa: que los otros productores están mas actualizados, tienen fortalezas que aquí faltan.
Las Mypes, por su parte, son acosadas por una doble e implacable presión: la del Fisco en manos de incapaces, y los extorsionistas, listos para robar y matar. Y al debilitarse la pequeña y mediana empresa forzosamente se afectan las empresas grandes, las que pueden tener presencia regional. Se afectan las grandes porque las medianas y pequeñas empresas les suministran servicios, productos y clientelas al ser la mayoría de los eslabones en las cadenas productivas.
Les regalan bolsas de semillas y casi siempre las venden
Lo que diferencia a los países desarrollados del resto, de las naciones del Segundo, Tercero y Cuarto Mundos, es su acumulación de capital en dinero, pero asimismo en instituciones, cultura, orden, educación y convivencia, lo que aquí se ha venido destruyendo desde la década de los Setenta, cuando irrumpen en nuestra historia las bandas guerrilleras.
A causa del empeño puesto para despilfarrar, es cada vez menor lo acumulado en capital y la posibilidad del sector de trabajo de invertir para crecer y en tal manera mejor competir.
Las bolsas de semilla son un ejemplo de cómo se malgasta dinero en lo que no lleva muy lejos a la agricultura.
Es recontrasabido que los recipientes de bolsas de semillas suelen venderlas, pues en el curso de sus faenas han recogido semilla para sembrar la milpa o el frijolar. Y al ser así, esos beneficiarios no consiguen superar el nivel de campesino e ir convirtiéndose en pequeños o medianos y eventualmente grandes agricultores.
La aldea puede sostenerse con los excedentes de lo que cultivan los campesinos, pero los pueblos y las ciudades necesitan de producción a mayor escala para subsistir. Y esa producción a mayor escala requiere capital, el que ahora se pierde con los impuestos.