Ayer se cumplieron diez años de que el volcán Ilamatepec, ubicado en el departamento de Santa Ana entrara en un proceso eruptivo.
Debido a este desastre natural se evacuaron unas 20 mil personas, 140 manzanas de café fueron afectadas por la lluvia ácida y unas 15 mil manzanas fueron dañadas por la erupción.
Durante la emergencia fueron evacuados los habitantes de diversos caseríos y cantones de la zona, como Potrero Grande Arriba, Palo Campana, Cantón Planes de La Laguna, San Jorge y San Blas, entre otros.
Aunque han pasado 10 años de este desastre, muchas de las zonas ya no fueron repobladas por sus habitantes, debido a la inestabilidad del terreno y al temor que aún genera el recuerdo de la erupción.
Muchos de ellos, perdieron todo lo que tenían, animales de corral, pertenencias e incluso sus casas.
Al realizar un recorrido por el lugar, se puede percibir un ambiente de tranquilidad y silencio, solo roto por el trinar de algunos pájaros y perros.
En medio de lo espeso de la vegetación se pueden encontrar algunas viviendas, que ahora lucen abandonas e invadidas por el monte y los arbustos.
Manuel de Jesús Herrera, es un residente en el caseríoSan Blas, quien aun tiene frescos los recuerdos sobre aquel día.
“Nosotros andábamos realizando labores agrícolas, cuando de repente vimos unas luces muy fuertes como si fuera un árbol de navidad, pero luego de unos segundos, empezó a caer una nube de polvo y piedras, fue entonces que salimos corriendo y logramos salvarnos”, dice el anciano.
Los pobladores describieron el momento de la erupción como el sonido producido por aviones y luego empezaron a caer rocas incandescentes de un metro de diámetro en la parte sur del volcán, a unos dos kilómetros del cráter.
La caída de ceniza de hasta cinco milímetros de espesor alcanzó el cantón y caserío Los Naranjos, al occidente del volcán y algunas zonas de Nahuizalco, Juayúa, Ahuachapán y La Hachadura, entre otros pueblos.
Tres años fuera de su casa
Debido a lo difícil de la situación, Jesús Herrera tuvo que emigrar de su casa hacia un refugio en San Isidro.
“Tres años después de la tragedia decidimos volver con mi grupo familiar, ya que aquí hemos pasado toda nuestras vidas, a pesar del peligro que aún existe en la zona”, dice Herrera.
Antes de la erupción en el caserío San Blas vivían unas 50 familias, las cuales en su totalidad fueron evacuadas.
En la actualidad, solo unas pocas personas han vuelto al sector, en su mayoría por que no tienen otro lugar en el que vivir.
“Aquí voy a seguir hasta que Dios me lo permita, ya que el volcán siempre da tiempo para irse en caso de que volviera a hacer erupción”, manifestó el colono.
Cerrando las cicatrices
Esta zona es envidiada por su excelente clima, en el que casi siempre existe una temperatura fresca, y por lo frondoso de la vegetación.
Aquí abundan los arboles de mango, marañón, anonas, café y los infaltables jocotes de corona.
Con el paso del tiempo la flora y la fauna se ha ido recuperando, borrando las cicatrices que dejó la erupción sobre la tierra.
En lugar funciona una estación de vigilancia permanente en la que se monitorean e identifican anomalías sobre la actividad volcánica del Ilamatepec.
Henry Calderón, especialista del Ministerio de Medio Ambiente, afirma que en la actualidad se ha recuperado parte de la vegetación que resulto afectada por el desastre y que siempre se mantienen pendientes ante cualquier eventualidad en la zona.