El éxito del refrigerio escolar requiere no solo del apoyo de los padres, pero también de la unidad de la comunidad escolar.
Aunque el Centro Escolar Walter Thilo Deininger, en Antiguo Cuscatlán, debería ser la envidia del resto de escuelas ya que cuenta con el mejor espacio para la cocina, los problemas entre el personal docente y la dirección entorpecen el desarrollo del programa.
La alcaldía apoya al centro y contrató una cocinera, también hay madres que llegan a ayudar, pero el menú se ve limitado ya que quien invierte en los ingredientes solo es Aracely Chacón, maestra del sexto grado y encargada del refrigerio escolar.
Chacón comentó cómo sus compras del domingo en el mercado no son solo para su hogar sino también para el centro escolar que tiene 1, 156 alumnos.
Chacón aseguró que el resto de maestras del centro se muestran desinteresadas en el programa y a veces no quieren apoyar cuando ella propone realizar actividades para recaudar fondos. Incluso el centro no tuvo necesidad de recibir alimentos en la última entrega que realizó el Mined porque en los primeros meses del año no hubo refrigerio y les sobran sacos de arroz y frijoles.
Mientras que maestras cuestionaron la forma en cómo la directora administra el programa y que no se involucra.