El General en su laberinto

Vive sus horas más bajas el ex presidente guatemalteco y general retirado, quien estará confinado en un cuartel militar que funciona como presidio VIP los próximos tres meses, a la espera de su destino

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elsalvador.com

Por Rafael Mendoza López

2015-09-08 8:29:00

Otto Pérez Molina frunció el ceño y apretó los labios cuando escuchó que el juez Miguel Ángel Gálvez le decretó detención preventiva por tres meses, mientras continua la investigación del Ministerio Público (MP). 

La audiencia de primera declaración del exmandatario guatemalteco, acusado de ser el cerebro de una red de defraudación aduanera denominada “La Línea”, quedó suspendida el pasado viernes y culminó con una duración de casi cinco horas.

El juez hizo una exposición amplia del caso y de las pruebas presentadas por el MP. En su alocución, sostuvo que hay indicios de participación del expresidente, por lo que concluyó que debía seguir ligado al proceso.

Gálvez trajo a cuenta los audios que se escucharon la semana pasada al inició de la audiencia. Dijo que estaban frente a delitos de asociaciones ilícitas, cohecho pasivo y defraudación aduanera. 

Flanqueado por fardos de papeles y libros, el juzgador insistía a ratos en que su intención no era establecer la culpabilidad del ex presidente. “En ningún momento estoy diciendo que es culpable”, repetía.

Tras la resolución de Gálvez, la defensa pidió cárcel preventiva para el acusado, al considerar que había peligro de fuga. Uno de los argumentos del MP y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, era que la eventual fuga del mandatario obstaculizara “la averiguación de la verdad” en el caso. 

Asimismo, la metralla de los acusadores incluyó que hay más de 50 personas ligadas al proceso, algunos guardando cárcel preventiva y otros prófugos de la justicia.

Pérez Molina miraba fijamente a sus acusadores. Al filo de las 12:30, el juez de Mayor Riesgo B decretó un receso para que los presentes en el catorceavo piso de la Torre de los Tribunales pudieran ingerir sus alimentos.  Luego de eso, vendrían los alegatos de la defensa.

Al regresar del receso, a eso de la 1:30 p.m., el defensor de Pérez Molina afiló sus argumentos. Gálvez le dió paso al abogado César Calderón, para que expusiera sus alegatos y desvirtuara la versión de los querellantes.

Ante las miradas esporádicas de Pérez Molina, el defensor exponía que la cárcel preventiva constituía una “sentencia anticipada” y que su defendido podía optar a varias medias alternativas a la prisión, como el arresto domiciliario, la caución económica, incluso, que el juez podía disponer cómo limitar el accionar del acusado, pero dejando como última opción la cárcel.

“Por razones humanitarias a una persona no se le manda a la cárcel, señor juez”, argumentó el defensor. Gálvez, con el mismo detalle que en sus intervenciones anteriores, expuso que el ex mandatario debía guardar prisión.

Audiencia en tres meses

La última batalla por luchar para la defensa del ex mandatario era reducir a un mes el plazo máximo que había solicitado la defensa para recabar más información. Pérez Molina bajaba la cabeza y expresaba cansancio. La defensa, entonces, contraatacó.

En un esfuerzo para reducir los días de su patrocinado en prisión, el abogado Calderón sostuvo que el MP tiene los medios suficientes para hacer las indagaciones, por lo que solicitó que el período fuera de 30 días.

“El Ministerio Público es un monstruo con millones para hacer una investigación. Con todo ese mecanismo y aparato en contra de una persona, es una tremenda desventaja” aseveró el defensor.

Gálvez, una vez más, desestimó la petición de Calderón. “El proceso, aparte de que es extenso, tiene características en su investigación”, señaló el juzgador. 

Se limitó a decir que el plazo  concluía el 7 de diciembre. La audiencia, entonces, se realizará el 21 de diciembre, dijo Gálvez.

Cerrada la sesión, y tras conversar con su abogado, Pérez Molina encaró a los medios de comunicación. 

“Estoy en contra de lo que se ha visto hoy y en los días anteriores aquí. Me siento frustrado de que el Ministerio Público responde  a la CICIG y que el juez responde a lo que dice el Ministerio Público”, dijo un agotado Pérez Molina.

El ex mandatario dejó el salón de audiencias del juzgado escoltado por agentes del sistema penitenciario, que lo conducirían al cuartel Matamoros. 

Lejos del edificio quedaron las sirenas de los vehículos blindados que lo transportaron, mientras que tímidos cohetillos sonaron al caer la tarde.