En El Salvador, los corales formadores de arrecifes solamente pueden encontrarse en el área de Los Cóbanos, de Sonsonate. El área natural está conformada por una especie llamada Porites Lobata, común en el zona del Pacífico y sumamente resistente a condiciones extremas, y es la única especie viva, que da origen a los arrecifes en el país y por lo tanto de suma importancia.
Por ello, cuando en abril miembros del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad de El Salvador (Icmares) comenzaron a observar un blanqueamiento en las cabezas de los corales no pudieron dejar de preocuparse.
Johanna Segovia, investigadora de Icmares, ha mantenido un monitoreo mensual del estado del arrecife que el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Marn) ha catalogado como área natural protegida, aunque en sus alrededores fácilmente se puede observar un aumento de los asentamientos humanos y expansión de los complejos turísticos.
Además del impacto de las actividades humanas, el arrecife de coral también debe soportar los embates del cambio climático.
El Niño provoca un aumento en la temperatura superficial del mar, lo que provoca un estrés a los corales.
“De hecho, el blanqueamiento del coral es uno de los primer indicativos para el fenómeno de El Niño”, expuso Segovia.
Normalmente los corales mantienen una relación simbiótica con la microalga, zooxantela, que es la que le otorga su color amarillento o dorado, por el que es reconocido. Cuando el coral está bajo el estrés del aumento de temperatura debe liberar a las microalgas de su cuerpo porque requieren un gasto energético.
Segovia dijo que en septiembre del año pasado ocurrió un blanqueamiento similar al actual, pero la temperatura disminuyó y permitió que el coral se recuperara.
“Aun así le tomó de dos a tres meses para recuperarse”, añadió Segovia. Este año los parches blancos volvieron a aparecer.
Los círculos blancos son fáciles de distinguir al adentrarse unos pocos metros a la playa. Donde solía observarse el color dorado del coral ahora hay partes blancas que poco a poco están perdiendo la vida que suelen desbordar las colonias.
Con la ayuda de estudiantes universitarios, Segovia ha llevado una bitácora del aumento de la temperatura de las aguas. Para el mediodía solía mantenerse entre 29 a 30 grados centígrados, pero actualmente alcanza los 33 a 34 grados.
“Es un cambio bastante fuerte para nuestros corales. Son muy resistentes, pero tienen un límite en el rango de resiliencia”, señaló.
Segovia dijo que estudios indican que los arrecifes pueden estar al menos un mes en estrés térmico en el que se da el blanqueamiento, y posteriormente se pueden recuperar. Sin embargo, si el estrés se mantiene por más de tres meses pueden morir.
“En tres meses pueden comenzar a presentar parches necrotizados y comienza a morir. Llega la competencia de las otras microalgas y así vamos perdiendo la biodiversidad”, dijo Segovia.
El blanqueamiento lleva ya seis meses sin disminuir. La situación también ha sido observada por el Marn.
José Enrique Barraza, especialista en Ecología Costero Marina del Marn, dijo que han monitoreado fenómenos de blanqueamiento desde el 2007.
“Pero este año ha habido mayor pérdida de pigmentación. El año pasado se recuperaron”, señaló Barraza.
Segovia expuso que aunque el blanqueamiento no deja de ser un mecanismo de adaptación del mismo coral que intenta sobrevivir, al mismo tiempo se vuelve más vulnerable.
“La colonia se vuelve muy, muy frágil. El oleaje fácilmente la quiebra, la erosiona”, dijo la investigadora.
Tras el evento del fuerte oleaje provocado por el mar de fondo durante mayo, el equipo de Icmares ha encontrado hasta 15 fragmentos de coral desperdigados en el área.
Segovia detalló que el coral Porites puede reproducirse de forma sexual o asexual, que es por medio de fragmentación. Esto ocurre cuando algunas especies de peces que se estén alimentando de moluscos, crustáceos, sobre o dentro de una colonia fragmentan parte de esta.
El fragmento empieza a rodar hasta encontrar un lugar de anclaje y con las condiciones favorables comienzan a formar una nueva colonia.
“Hemos visto bolitas así, pero también hemos visto pedazos de colonias quebradas”. Segovia recordó que parte de la función natural de un arrecife es disminuir la energía que viene del oleaje y que el oleaje fuerte no afectó tanto a los habitantes de las playas que poseen arrecife o arrecife rocoso.
“Obviamente tiene que tener un impacto en el mismo ecosistema, ese freno a la energía de la ola, puede provocar quebraduras en el coral”. Segovia añadió que muchos de los fragmentos que encontraron ya presentaban parches blancos y otros estaban totalmente blanqueados.
El oleaje coincidió con el blanqueamiento del coral.
Segovia consideró que ha habido una combinación de factores que hacen aun más vulnerable al ecosistema y lo impactan de forma negativa.
“Cuando tenemos eventos asociados a cambio climático, el cambio de temperaturas en las aguas por fenómenos como El Niño, la sedificación, tenemos una combinación de factores que afectan el ecosistema”, señaló.
El director de Icmares, Francisco Chicas, dijo que el arrecife de coral se está deteriorando pese a que ha sido declarado área natural protegida por prácticas como la pesca excesiva y la tala de árboles.
Los ecosistemas costeros también son muy sensibles a la sedimentación arrastrada por los ríos, provocada por la deforestación.
“Se evidencia en las colonias porque cada vez que están blanqueadas le salen un montón de pústulas rosadas es clara evidencia de una alta tasa de sedimentación” informó Segovia.
La investigadora consideró que mientras se mantengan los efectos del fenómeno de El Niño, los ecosistemas marinos vivirán en un tiempo muy vulnerable.
Agregó que ante el impacto del cambio climático es necesario actuar para defender los ecosistemas.
“Que las medidas que vayamos tomando para enfrentar al cambio climático tienen que ser basadas en ecosistemas, no pueden estar vulnerables ante un cambio”, expuso Segovia.